MONTY PYTHON – EVERY SPERM IS SACRED / BSO de ‘EL SENTIDO DE LA VIDA’ (1983) de Terry Jones & Terry Gilliam

Última entrada de este 2012 que, como cualquier año, nos ha dejado de todo, en cuanto cine, en cuanto a televisión, en cuanto a cultura, en cuanto a arte, en cuanto a vida, en cuanto a sociedad,... pero si cabe, más todavía que en añadas pasadas, debido a esa aureola apocalítptica que, desde el discreto escepticismo hasta la generalizada incredulidad humorística, fue convirtiéndose en tema recurrente en las conversaciones, informales y no tan informales, a medida que se acercaba el "diciembre maya", cuando realmente el apocalipsis llegó hace ya unos añitos en forma de crisis económica, que en nuestro país se ha cebado especialmente, sobre todo en este primer y ominoso "año mariano".

Un 2012 en el que la industria norteamericana premió el back to basics de manufactura francesa y apadrinado, una vez más, por los Weinstein. En el que Michael Haneke levantó su segunda Palma de Oro con su propuesta más reflexiva. En el que Christopher Nolan cerró por todo lo alto, no exento de polémica (externa e interna), su reinvención de Batman y su redefinición del género de superhéroes. En el que Tony Scott cortó de raíz sus tormentos emocionales, dejándonos huérfanos de varios proyectos interesantes. En el que la televisión recibió con los brazos abiertos a su hijo predilecto, Aaron Sorkin, en su vuelta a casa, a la vez que despedía, con menos efusión de la que merecía, a una tribu de los Botwin que entró a formar parte de nuestros hogares durante ocho años consecutivos. En el que Mad men regresó por fin tras su larguísimo parón pero fue destronada en los Emmy, tras cuatro años en todo lo alto, por la nueva reina de la ficción seriada, la excelsa Homeland. En el que dejaron este mundo de golpe, en apenas dos días, Larry Hagman, José Luis Borau y Tony Leblanc. En el que George Lucas vendió su factoría a la Disney y con ello les dió la posibilidad de relanzar la saga más famosa de todos los tiempos, lo que hizo añicos los corazones de cientos de seguidores en todo el mundo. En el que Tarantino por fin se atrevió con el western, aunque en este lado del mundo no lo podamos ver, por lo civil o por lo criminal, hasta 2013. Y en el que, en otro orden de cosas, un pegadizo baile coreano causa un furor mundial digno de La Macarena y su extravagante videoclip destrona en pocos meses a Justin Bieber en YouTube. Por poner sólo algunos ejemplos.

Sé tanto o más que cualquiera de vosotros que no corren buenos tiempos para el humor, para la fantasía, para la risa y mucho menos para el optimismo. El habitual buenrollismo de estas fechas se vuelve cada vez más cínico, contradictorio y difícil. Pero también pienso que resulta demasiado fácil mirar sólo al lado resplandeciente de la vida cuando esta nos sonríe y difumina sus sombras; que lo verdaderamente supone un desafío es encontrar esa misma luz cuando es la sombra la que se ha vuelto engrandecida y poderosa. Por tanto, repetimos la fórmula del pasado año y os despedimos el año con los mayores genios del humor que han parido las islas británicas, y quizás el mundo entero (al contrario que Campofrío, no sabría quedarme sólo con uno), los Monty Python y, para esta edición, su Sentido de la vida, con el momento musical que hizo la delicia de todos aquellos con un mínimo de sentido del humor, a la par que las iras de los sectores religiosos más conservadores... pero no les hagamos caso. Con ello, os deseamos lo mejor para el 2013, que la superstición del número no os intimide a la hora de perseguir vuestras metas, que disfrutéis de la cosecha audiovisual que viene, que seguro que nos traerá más de una delicia, pero sobre todo, ya que estamos, y aunque suene a tópico, prosperidad. Mucha prosperidad. Y también, que nunca está de más, gracias por seguir leyéndonos y hacernos mejor día a día, mes a mes, año a año. ¡¡Feliz año nuevo!!

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