LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA – ‘NUESTROS MEJORES AÑOS’, de Gabriele Muccino
NUESTROS MEJORES AÑOS – Gli anni più belli (2020) de Gabriele Muccino
La melancolía por los mejores momentos del pasado y el desencanto porque no volverán y no todo haya salido como se planeaba por aquel entonces son sentimientos que, aunque sinceros, resultan particularmente delicados de llevar a la ficción en general y a la pantalla en particular. Pese a ello, Gabriele Muccino se ha atrevido a desempolvar su mandolina y marcarse una versión muy personal, all'italiana, de Dolores se llamaba Lola, bajándole uno o dos tonos de pesimismo. Eso es, en esencia, Nuestros mejores años.
El cineasta romano, completado ya su periplo en las Américas, vuelve a convertirse en la voz de una generación, casi dos décadas después de un hito generacional como El último beso, la película que lo puso en el mapa a nivel internacional. En esta ocasión la misión es incluso más ambiciosa, pues la crónica se extiende más de tres décadas en el tiempo, desde la adolescencia hasta bien avanzada la mediana edad, cuando es la siguiente generación la que empieza a escribir su propia historia. Pero también, y sobre todo, por el carácter universal que reviste, por trascender el contexto espaciotemporal tan concreto en el que se ubica y convertirse en una elegía a la amistad duradera.
El relato se desarrolla a través de una hábil alternancia entre los distintos hitos vitales (para bien y para mal) del cuarteto protagonista, en la que los enredos y los males de amores operan como principales catalizadores y a la vez puntos de inflexión, con la siempre hechizante Roma como telón de fondo (no falta el guiño de rigor a La dolce vita). Los distintos eventos históricos que se insertan en la narración, ya sea de manera nuclear o circunstancial, imprimen una mayor riqueza al conjunto, pero en todo caso tienen una función primordialmente contextual, pues, como ya he dicho, la universalidad es la característica más singular de la película.
Muccino cuenta de manera muy acertada con "tres mosqueteros", como Kim Rossi Stuart y sus ya habituales Pierfrancesco Favino y Claudio Santamaria, y una D'Artagnan como Micaela Ramazzotti, cuatro de los actores más relevantes del cine italiano del siglo XXI y en buena medida coetáneos del cineasta, y por tanto, pilares igual de importantes en este retrato generacional. La intensa expresividad (al borde de la sobreactuación) de lo transalpino, a excepción de un contenido Rossi Stuart, ayuda a digerir mejor el dramatismo de los distintos eventos de un relato, que también cae en algún que otro lugar común, pero que ofrece un resultado final no solo reconfortante, sino también inspirador.