CHARLY GARCÍA: BSO de ‘PUBIS ANGELICAL’ (1982) de Raúl de la Torre

VIVIR EN MUNDOS DE CINE

En el cine, la imagen es (casi) todo y Charly García ha sabido migrar sus influencias de la gran pantalla al pentagrama musical como un guiño eterno: en la referencia y la cita permanente que genera al compositor la fascinación por The Beatles, The Byrds, Kubrick o el cine clase B se evidencia la trama que conforma la nutrida cosmovisión autoral de García.

Influenciado visualmente por  las vanguardias (del expresionismo al neorrealismo, pasando por el surrealismo) el imaginario cinéfilo de Charly se nutrió de óperas rock (deslumbrado principalmente por Quadrophenia y El muro, de moda en los años setenta) y el universo beatle (sus películas fueron un furor en los sesenta, llevados la gran pantalla de la mano de Richard Lester). Ya incluso antes de colaborar por primera vez en una banda sonora de cine, García había explorado lazos tempranos en el medio fílmico: en 1975 Adiós Sui Géneris (dirigida por Bebe Kamin, con producción de Leopoldo Torre Nilsson) fue un registro pionero en su tipo, al igual que Hasta que se ponga el sol, donde la cámara de Aníbal Uset registrara el  histórico primer concierto de BA Rock en 1972.

Sin embargo, y por  culpa de los tiranos aires de opresión que respiraba Argentina a fines de los setenta, el cine se convertiría para García en un fértil terreno de resistencia: el disco Películas (¿Qué se puede hacer salvo ver?) se convirtió en una destacada obra conceptual de La Máquina de Hacer Pájaros, favoreciendo el camino de resistencia durante las oscuras e interminables noches de la dictadura.

Recién en 1982 Charly compondría su primera  banda sonora para un habitual colaborador en años posteriores, Raúl de la Torre. El film en cuestión, Pubis angelical, con estelarización de Graciela Borges, adaptaba a la gran pantalla la famosa novela de Manuel Puig. De la Torre, asiduo partenaire de talentos musicales como Astor Piazzola, elevó su obra a un nuevo escalafón gracias a la preciosa partitura de García, quien capturó, con sensibilidad y emotividad, el imaginario visual del cineasta.

El itinerario  cinematográfico de García aún tendría por delante dos joyas cinematográficas: el policial de ciencia-ficción Lo que vendrá (Gustavo Mosquera, 1988), que además lo convertiría en un improvisado actor de reparto; y su reunión con De la Torre en 1993 para Funes, un gran amor, basado en el cuento de Humberto Constantini Háblenme de Funes. Por último, con guion del propio De la Torre, ese  mismo año y aprovechando el revuelo comercial que produjo la esperada -y breve- reunión de Serú Girán, Peperina narraría el intenso regreso del histórico grupo a los escenarios, relatado por una cronista y fan en la piel de Andrea del Boca, por entonces pareja del mencionado realizador.

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