PERSIGUIENDO A TORQUEMADA – 'PHILOMENA', de Stephen Frears

Philomena (2013) de Stephen FrearsPHILOMENA (2013) de Stephen Frears

Los buenos artesanos son capaces de crear productos de calidad hasta del material más limitado y anodino. Eso es precisamente lo que han conseguido la gran habilidad narrativa de Steve Coogan y Jeff Pope y la siempre destacada dirección, visual e interpretativa, del incombustible Stephen Frears. El tercer gran pilar de esta perla 100% made in UK (sobre una historia a caballo entre la Irlanda profunda y Washington D.C.) es la siempre brillante Judi Dench, cuya anterior experiencia con el cineasta, Mrs. Henderson presenta, también le valió una nominación al Oscar.

Philomena (2013) de Stephen FrearsA partir de un material cuya sinopsis enseguida evoca a los repetitivos telefilms de sobremesa, "de esos que acaban con letras", sí, total y literalmente, los artesanos Frears, Coogan y Pope contruyen un relato revelador que va de menos a más y realiza un hábil uso de la analepsis, superpuesta estratégicamente según las necesidades del desarrollo y el ritmo de la historia. Aunque lo más importante, lo que marca la diferencia con esos mencionados subproductos audiovisuales, se encuentra en esa mayor dimensión del relato, en el plano semántico, por la cual la premisa inicial, hilo conductor de la narración, se vuelve a su vez un cauce para esa otra dialéctica, complementaria, enriquecedora y hasta nuclear, por la cual un periodista en horas bajas, que alcanza la crisis de la mediana edad en el paro, se mimetiza progresivamente con la historia que quiere contar y con su protagonista, que inicialmente eran poco más que el instrumento para sacarlos del atolladero.

A medida que la resolución de dicha premisa alcanza su desenlace, el periodista, intermediario y mensajero, de camino a convertirse en el Nick Broomfield particular de la mujer que da título a le película, llega a interiorizar el desasosegante fondo de la historia y a sentirlo como propio, haciendo suyas la frustración y la rabia que él mismo esperaba en la verdadera protagonista de la misma, en un camino intermedio hacia el periodismo gonzo. Porque, ¿hasta qué punto nos podemos abstraer, dejar de implicarnos moral y emocionalmente, cuando el relato que pretendemos contar, la investigación que queremos construir, responde a un conflicto tan triste como odioso?

Philomena (2013) de Stephen FrearsY esta misma cuestión se eleva a un nivel superior cuando toca preguntarse por la pertinencia de un ataque frontal y explícito al integrismo religioso, causante de dicho conflicto, a lo que yo, como buen gallego, respondo con otra pregunta: en estos tiempos de reapariciones permanentes del fantasma de Torquemada, especialmente severas últimamente en la realidad española, ¿de verdad debemos cortarnos, dar la más mínima concesión, a la hora de denunciar (con la seriedad argumentativa y expositiva que toda acusación sólida requiere) los efectos tan nocivos, tan conocidamente terribles, de dicho fanatismo, y que pese a todo, en vez de desaparecer para siempre de la faz de la tierra, parezca hasta volver con fuerza hasta en los países del "primer mundo", donde supuestamente el progreso de laicismo se había convertido en un camino de no retorno? Rotundamente no, y un hurra por los creadores de Philomena, que siendo honestos a la historia real de la que parten, la saben conducir a una conclusión determinada, aunque sin perder la elegancia y añadiendo un epílogo positivista que no debe distraer de dicha conclusión sino todo lo contrario.

La guinda al pastel, lo que termina de marcar la diferencia, y la verdadera cima interpretativa de Coogan, actor-autor-personaje, y Dench, mimetizada a la perfección en la sorprendente Philomena Lee, son esos lances, cercanos a la comedia, en los que la protagonista, de la película y de la historia relatada y reconstruida dentro de la misma, muestra una actitud, con respecto a ciertos temas tabú para personas de su edad y procedencia social, completamente diferentes a lo esperado, mostrando que la condición de creyente no debe necesariamente llevar a un estado de extremismo, intolerancia y autoflagelación, y reforzando de esta manera el mensaje de antifundamentalismo (no sólo hacia los poderes religiosos, sino también hacia las culturas políticas que toleran y apoyan sus mensajes de odio y daño, haciéndolos realidad) sin caer en un anticlericalismo generalizado ni mucho menos en un ataque frontal a las creencias, ni tampoco concediendo una posición de superioridad moral a las posiciones laicas y seculares. Lo que se dice honestidad dialéctica.

P.D.: Era cuestión de tiempo que el cine empezase a aprovechar todo el potencial cómico que tienen las experiencias de volar con Ryanair.

Ficha técnica

2 comentarios en «PERSIGUIENDO A TORQUEMADA – 'PHILOMENA', de Stephen Frears»

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