LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA HANK MOODY – Vuelve 'CALIFORNICATION'

Nunca se debe subestimar ni el más mínimo fragmento del piloto de una ficción seriada, y menos en una producción de cable, cuyas políticas tienden generalmente hacia una mayor libertad para sus creadores, y donde la sombra de amenaza continua que sobrevuela a cualquier producto televisivo resulta menos atenazadora. El piloto, como semilla primigenia de un universo narrativo, sienta las raíces de la planta de la ficción, y como tal, sus efectos pueden florecer en cualquier momento, por muy lejano que parezca.

En una tercera temporada en la que ni siquiera la responsabilidad para con su hija ni la añoranza de la mujer de su vida, a la que tanto y tantas veces le ha costado recuperar, han evitado que Hank Moody moderase su incontrolable ego (como artista y como macho), metiéndole en un embotellado a tres bandas (y más) del que acaba yéndose de rositas, acabó germinando aquella semillita plantada en el piloto, hace ya cuatro años, bajo la forma de “lolita” bien desarrollada y astuta (en el peor sentido de la palabra), pasa de funcionar como un comprometedor motor de tensiones sexuales y chantajes a catapular a Hank Moody en su enésimo descenso a los infiernos, más profundo que nunca y con la esperanza de salida mucho más remota. De escritor maldito a enemigo público Nº 1, incluso en una sodomita Los Angeles en la que las cosas no son tan “todo vale” como pintan.

La Showtime nos regaló en Navidad un doble adelanto de la cuarta temporada, al final de la cual suenan ecos de despedida. La trayectoria del mayor antihéroe de la televisión contemporánea (ya de por sí un territorio vedado de este difuso, indescriptible y atractivo arquetipo) comenzará ahora mismo una dinámica de todo o nada, tras la cual sólo caben dos opciones: el triunfo del hombre sobre el macho o el hundimiento definitivo. La recuperación del amor de Karen y de Becca, hasta ahora su aliada femenina más fiel, se antojan más cuesta arriba que nunca. Y de momento, el señor Moody no parece estar esforzándose demasiado por arreglarlo, aunque esa relativa dejadez no sea más que el producto de su propia impotencia emocional (por fortuna, la potencia sexual la conserva, menos mal; el destino es cruel pero no tanto).

Así pues, quien le sacará las castañas del fuego, pagando fianzas día sí y día también, su inseparable Sancho Panza particular, el señor Runkle. Ya sea por solidaridad con el que es sin duda su mejor amigo (y que ha sabido devolverle la moneda en más de una ocasión), o por que la adaptación del libro de la discordia supone su última oportunidad para llegar alto en su maltrecha carrera de agente, se va marcando, sin demasiado éxito, un juego de tira y afloja con Hank, apretándole las tuercas con delicadeza pero también dejándole que se divierta. Pero todos sabemos que ese neoyorquino desterrado es un bala perdida al que nada ni nadie será capaz de dominar. El propio Runkle tratará de sacar tajada de vez en cuando y llevarse parte del botín, pero hace tiempo que tiene asumido que no es Moody ni nunca lo será. En fin, lo de siempre pero con una vuelta más de tuerca, y esta vez parece irreversible.

Paralelamente, la relación de amor-odio de Charlie con su mujer de toda la vida, la inestable y caprichosa Marcy, de la que se nos da a entender que ya está formalmente divorciado, alcanza tal grado de redundancia cíclica, debido a la condena de la convivencia bajo el mismo techo, que se ven obligados de nuevo a introducir una tercera rueda, que esta vez no es otro que el propio Hank, sin techo con Villa Runkle como lo más parecido a un hogar. Sin llegar a grandes lances, esta nueva convivencia regalará sin duda grandes momentos cómicos, en la mejor tradición de sitcom de inquilinos incómodos impregnada con el espíritu descarado y deslenguado de la serie. Al mismo tiempo, el vislumbre de la menopausia será uno de los elementos controladores del personaje de Marcy que, con toda probabilidad, acabará pasando igualmente a Karen.

Este cuarto volumen se embutirá, ahora sí directamente, en los recovecos del mayor motor, de dinero y de vida, de la metrópoli angelina: la industria cinematográfica. Por si el escándalo del plagio-tapadera del sexo con una menor no fuese polémico y dañino de por sí, ahora Hollywood quiere convertirlo en un mito. Y hablando del rey de Roma, la presencia de Madeline Zima (Mia) no está prevista para los primeros episodios, por lo que ya se puede abrir la veda para las cábalas acerca de su aparición y su función en esta temporada. En la pasada entrega le bastó un episodio para poner patas arriba el mundo de Hank y de su entorno más cercano. Ahora mismo parece capaz de cualquier cosa, y sería un auténtico desacierto que los responsables de la serie la dejen de lado precisamente ahora.

La industria del cine (en este caso, la facción más comercial y populista de la escena independiente) se constituye como la perfecta pasarela por la cual comienzan a desfilar una retahíla de especímenes urbanos (y sus respectivos cameos portadores), algo diferentes a los que ya nos tenía acostumbrados la serie, pero en definitiva, con el mismo espíritu enfermizo y descontrolado. Las dos primeras instancias no podrían ser más adecuadas y ejemplificadoras: un irreconocible Rob Lowe como actor pseudo-bohemio que busca el papel de su vida en la recreación de nuestro controvertido protagonista, y la sensual Sasha Bingham, sátira de ese paradigma de estrella juvenil que evoluciona de la noche a la mañana de “vecina de al lado” a calentorra chica de póster, y a la postre nueva delicia de la factoría Moody: un punto intermedio entre el caso más contenido de Miley Cyrus y el extremo desbocado de Linsay Lohan. Un pozo al que pronto caerán divas adolescentes como Kristen Stewart o Dakota Fanning.

La rara avis de turno la tenemos en la abogada que intentará salvar el culo de Hank, el gran fichaje de la temporada, Carla Gugino. Sarcástica y muy segura, pondrá en marcha el motor de la TSNR en los próximos episodios. Y cuidado, que podemos estar ante el primer objetivo fallido de nuestro protagonista (quizás una circunstancia necesaria para que la serie puede echar el cierre en paz). No sólo le hará bailar la testosterona, sino también el propio pellejo, ya que ha dejado bien claro que no tiene escrúpulos en dejarlo tirado y con el culo al aire si no se contiene. Sin duda, su marcada e insalvable posición de poder sobre él es el necesario impedimento a la par que el perfecto torrente de morbo.

Pese a la esperada abundancia del humor más negro y la sátira más desvergonzada, los tornas han cambiado esta especie de adaptación moderna de La Dolce Vita, donde la reflexión queda implícita (y se torna todavía más nihilista) y el hedonismo más inmediato se presenta con todas ante nuestros ojos, envuelto en una jungla de luces de neón, y donde el protagonista no observa de cerca ese mundo de perdición, sino que se constituye como su centro y núcleo, se va pareciendo cada vez más a otro clásico italiano, La escapada, ya que ahora su protagonista conduce acelerado hacia el abismo, y su entorno no parece tener ni la voluntad ni la capacidad de frenarlo. Sin duda este cuarto volumen será el más dramático de todos, y entendiendo la palabra en su sentido más negro. Por cierto, si la season finale os dejó con el corazón en el puño, el cierre del segundo episodio nos trae un cliffhanger de dos pares, dejándonos un sabor de finale ya a estas alturas. Otro indicio más de que esta temporada será la última. El regreso definitivo a Nueva York, más que probable final de la serie, no será esta vez un respiro necesario, sino la única salvación posible, o bien el único trampolín hacia el purgatorio.


4 comentarios en «LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA HANK MOODY – Vuelve 'CALIFORNICATION'»

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  2. yo juraría haber visto a Madeline Zima en uno de esos trailers de media temporada que aparecieron hace un mes y, además, teniendo en cuenta que a lo largo de la temporada se celebrará el juicio en el que ella es la ¿víctima?, es más que probable que aparezca si no está anunciada ya su presencia.

    lo de pensar en la cuarta como última temporada de la serie es justo (y necesario), por lo de darle un cierre lógico. la temporada anterior, para muchos, tenía escasa relación con la trama central y el último episodio actuaba, a la vez, como nexo de unión con las anteriores temporadas y como prueba de "the shape of things to come", pero en conjunto no era más que "las alegres aventuras de Hank Moody". sin embargo, cuando hay dinero-audiencia-dinero, el chicle se puede estirar hasta el infinito. a mí, con todo lo que me gusta la serie, me gustaría que se cerrase en ésta temporada, con un final lógico para la serie y merecido para sus personajes antes de que se convierta en un espectro que se arrastre por la parrilla año tras año.

  3. Juanma, creo que cada temporada ha tenido una línea temática general. La primera, sobre todo, la recuperación de Karen. La segunda, el proyecto de Lew Ashby, en segundo plano, el niño de aquella que al final no es de Hank. Y la 3º, la convivencia con Becca, Karen en la distancia y las tres diferentes mujeres con las que está. Lo que pasa es que esta tercera temporada se agotó en el 8º capítulo, por lo que tuvieron que tirar finalmente de Mia para acelerar la traca final, que es precisamente esta temporada. Si acaba ahora, pienso que ha tenido la duración adecuada. Y menudo final de 2º episodio.

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