BILL HALEY & HIS COMETS – (WE’RE GONNA) ROCK AROUND THE CLOCK / BSO de ‘AMERICAN GRAFFITI’ (1973) de George Lucas
En la última entrega de esta sección hablábamos del simbolismo generacional de Frankie Valli y su Can't take my eyes off you en El cazador, que a la par suponía el contrapunto melancólico y desasosegante de una generación perdida por la guerra y sus consecuencias. Hoy viajaremos sólo un poquito atrás en el tiempo, hacia un estadio inmediatamente anterior, aunque con varios puntos en común de manera transversal, y bajo una óptica, no ingenua, pero sí más amable, aunque no por ello carente de reflexión.
Un jovencísimo George Lucas, dos años después de su interesante debut, THX 1138, curioso aporte al género de la ciencia-ficción, mientras gestaba el embrión de lo que acabaría siendo la saga más popular y rentable de la historia del cine, decidió tirar por otra dirección en su (finalmente breve) recorrido como director, llevándonos a la noche de graduación de 1962 en una California de provincias donde aún daba intensos latigazos la fiebre del rock & roll que caracterizó a los marchosos cincuenta, reflejada desde el primerísimo plano del film con uno de sus temas más canónicos y reconocibles. Una época en la que el uso del automóvil era básicamente social (el entonces famoso y extendido fenómeno del cruising, es decir, el pavoneo puro y duro) y cuya radio presidían hacia la noche voces de un carisma y una presencia a día de hoy difíciles de encontrar; así es que el legendario Wolfman Jack se convierte en un personaje más de la película, sin intervenir directamente en la acción pero presente en casi todo lance, de un modo similar al “K-Billy's Super Sounds of the Seventies” con el que Tarantino impregnó de carácter y raíces propias a su film de debut.
En definitiva, un rito de tránsito en la brecha de una era que estaba tocando a su fin, en los albores de una revolución social y cultural que dio la vuelta a unos cimientos de unos Estados Unidos que se acabaron dando cuenta de su tan fortalecido y propandísticamente perpetuado American way of life escondía una realidad mucho más cercana al negro que al rosa suave, con Kennedy en la Casa Blanca trabajando en el cambio, que acabó llegando sin él, mientras esperaban, a la vuelta de la esquina, los años más crudos de Vietnam, que acabaría truncando los sueños, ambiciones y expectativas de muchos de esos jóvenes que esa noche empezaban realmente a vivir. De hecho, ese fue el trágico destino de uno de los protagonistas, que conocemos gracias a unos rótulos, de recibo, resumiendo el “¿qué fue de?” antes de los créditos finales.
Esta elección viene a cuento de una charla del crítico vigués José Manuel López (Cahiers du Cinéma España), sobre la comedia adolescente norteamericana, dentro de las jornadas “30 anos non é nada: bosquexos sobre a comedia estadounidense”, organizadas por el programador cultural y crítico pontevedrés Suso Novás, en el marco de la programación cultural del Campus de Pontevedra, perteneciente a la Universidad de Vigo. En ella, el ponente sitúa esta película como un verdadero precedente, tanto a nivel más inmediato, en una industria que se empezó a fijar en el público adolescente, eclosionando a finales de aquella década con Desmadre a la americana y la gran repercusión y escuela que esta creó; como ya a largo plazo, en cuanto a modo de acercamiento y representación, en esa tendencia autorreflexiva y retrospectiva a la que evolucionó el género desde mediados de los '90, paso siguiente al estadio de madurez alcanzado con la obra de John Hughes, y que tiene a la factoría Judd Apatow como máximo exponente.
Si alguien anda por el Atlántico Norte peninsular y está interesado, estas jornadas continuarán los dos próximos viernes, con Jordi Costa (El País, Fotogramas) hablando de la noción de autoría en el género, el día 4, y Jaime Pena (Cahiers du Cinéma España, CGAI) cerrando el día 11 con una reflexión acerca de la tendencia del género hacia un humor (de) adulto. A partir de las 19:30, en la pontevedresa Casa das Campás.
