EL PASADO CAMINA CONMIGO – THE KILLING
Notable con aspiraciones de sobresaliente en la reválida de la AMC, que con esta reafirmada “cuarta magnífica” disipa las dudas sobre la validez y la durabilidad de su puesto de privilegio entre los canales con mejor carta de servicios en ficción seriada. Un inicio más que prometedor dio paso a un ecuador que empezaba a perder fuelle hasta unos tres últimos episodios antológicos que le han valido su condición de serie a tener en cuenta en los próximos años (así como la necesaria y consecuente renovación, tras la penúltima entrega), nada de flor de un día ni de potencial desaprovechado.
Tras diez episodios repitiendo una estructura y una fórmula casi calcada, lo que empezó a afectar considerablemente a su fluidez e intensidad, llegamos a un undécimo que se desmarca por completo de la trama troncal para realizar un logrado trabajo de personaje de la pareja policial protagonista (que guarda ciertas similitudes con el magnífico The suitcase, de Mad Men), un duodécimo sumamente acelerado e intenso, que abre y cierra más posibilidades que todos los demás juntos, y una season finale que, lejos del esperado esclarecimiento del asesinato, ha revolucionado por completo cualquier esquema preconcebido sobre la resolución del gran caso y la continuación del formato.
Esa era la incógnita más sustancial que se esperaba en la finale, el conocer de qué manera continuaría la serie y qué personajes permanecerían ante la aparente resolución del caso. Ya comenté, cuando tocaba el piloto, que no había visto la original danesa ni pensaba verla, algo que sólo llevaría, en la mayoría de los casos, a contraproducentes agravios comparativos. Pero el sólo hecho de saber que el primer volumen de aquella sí acaba dando carpetazo al “caso de la temporada” (el híbrido más evidente entre las fórmulas serial y procedimental) da cuenta de la independencia y autonomía de este remake como formato.
Bajo la aparentemente simplona y perecedera fórmula del whodunit, de la búsqueda del asesino como principal (y a veces único) motor argumental, la narración va formando un complejo espectro que integra múltiples relatos, meditadamente superpuestos. Con la trama criminal como tronco, cauce e hilo conductor, nos encontramos con el drama familiar a múltiples niveles: primeramente, la tragedia de la familia afectada, pero también el conflicto entre lo profesional y lo familiar que afecta a la protagonista, que luego deriva en un argumento de mayor complejidad. Al mismo nivel nos encontramos con un relato de ambición y corrupción política, con su populismo más viperino como núcleo.
De lo último deriva a los bajos fondos de la prostitución, la pederastia, el juego y el tráfico de influencias, así como, de manera más discreta y escueta, la pretendida lentitud de los procedimientos policiales cuando el caso de turno afecta directamente a sujetos de renombre o interfiere en operaciones de mayor calado institucional. Además de breves pero significativas incursiones en el alcoholismo y la drogadicción, la marginalidad y el pandillerismo suburbano, la inmigración y su vinculación con actividades terroristas o los peligros de la aplicación individual de la justicia.
Como queda bien ejemplificado con lo dicho en estos dos últimos párrafos, esas similitudes con Twin Peaks sugeridas ya desde antes de la primera emisión (aunque el retrato gris y marginal de Seattle no tenga nada que ver con ese ficticio y aparentemente apacible Twin Peaks) no son finalmente tan evidentes en la forma pero sí en el fondo. El descubrimiento de la naturaleza nada inmaculada de su Laura Palmer particular no supone nada en comparación con el destape del lado más oscuro y perturbador de todos los personajes, quien más y quien menos con un pasado cuyas huellas pretenden borrar o ignorar sin éxito. Implicaciones en mafias locales, desestructuración familiar, líos de faldas, infidelidades, doble espionaje, adicciones,... el ejemplo más claro está directamente emparentado con el caso del asesinato, con un tormento por la muerte del ser amado de clara inspiración (y evocación) hitchcokiana, influencia que encuentra una nueva instancia en la inestabilidad psicológica de Belko, claro fruto de su madre soltera promiscua y dominante.
Esta primera temporada ha jugado al despiste, pero sin llegar a ser del todo tramposa, con todo lo evidentes y obvias que podrían aparentar las diferentes líneas de investigación posteriormente descartadas, o lo vacíos e intrascendentes que parecían ciertos arcos. En este punto salta a la luz la analogía con Rubicon, la admirada y malograda perla de la casa, que se puede encontrar mismo en las metáforas histórico-mitológicas que encierran la naturaleza de sus respectivos enigmas: en una, la leyenda del río Rubicon y el punto de no retorno, y en la otra, aunque de manera más tardía, el mito de Orfeo como la eterna añoranza del ser querido y la fatal obsesión sucesiva, que cristalizó como nadie el maestro del supense en Vértigo.
Pero las auténticas semejanzas son estructurales. En ambas series, una buena cantidad de metraje parecía no contribuir a nada, pero estaba siendo más revelador que nunca, mientras que otros signos más tradicionalmente evidentes caían pronto en saco roto. Y en tercer lugar, y quizás más importante, esa tónica, esa doctrina de la sospecha permanente, del dudar de absolutamente todo, algo que en The killing resulta aún más acertado, justo cuando esa aureola de sospecha tendía a reducirse a unos pocos personajes. El nuevo interrogante, el nuevo foco de teorías y cábalas apunta ahora a la identidad del compinche de Holder, un tío peculiar aparentemente redimido y buen agente pese a lo inusual de sus métodos y su guisa.
Como virtudes más coyunturales, por encima de la trama misma, nos queda un dúo policial muy original, nada manido, cuya continuidad resulta más que incierta visto el reafirmado aspecto serial del formato. Una pareja mixta que revisa con genio los tópicos buddy cops de cine y televisión, con una tensión sexual todavía incipiente, a la par que una heterodoxia operativa, lingüística y estética que los alejan de Mulder y Scully, el dúo detectivesco mixto por excelencia (al menos en drama). Ambos muy distanciados asimismo de los cánones de belleza y elegancia que suele imperar en los policías catódicos.
Y por otro lado, un gran trabajo de fotografía y de estética, sobre la base del clima gris y lluvioso de Seattle, tanto en lances particulares (como esa escalofriante alternancia de dos planos decisivos en plena penumbra en el escalofriante final del penúltimo episodio) como en el concepto global, apoyo inamovible de la trama en sus raíces más metafóricas y constitutivo imprescindible del tono tan característico y diferencial de la serie.
Genial review, pero como espectador de la original danesa, te puedo decir que te equivocas en algo. La temporada danesa cierra el caso, pero es una temporada de 20 capítulos (por lo menos, no lo recuerdo bien), es decir... que donde The Killing termina la temporada, Forbrydelsen todavía iba por la mitad. Han dividido la primera temporada danesa en 2 yankees.
Un saludo!
Dentro de un año quizás se me pase el mosqueo pero ciertamente no creo que muestre mucho interés en que me vuelvan a hacer lo mismo. Y eso dependerá por supuesto de que haya audiencia porque si encima no la tiene cortan la serie y hala, cada uno que se haga sus paj... mentales.
Siento el rollo pero es que...
Un saludo.
Como bien digo en el párrafo en el que hablo de las similitudes con Rubicon, la sospecha permanente es uno de los puntos fuertes de la serie, y todas esas tramas que parecen no contener nada vemos que finalmente cobran sentido. En un mundo de manipulación y "cortoplacismo" (el de Linden por poder marcharse, el de la familia Larsen por conocer al asesino, y el de los políticos porque pase lo antes posible sin mancharles) es normal que se dejen llevar por un sospechoso que parezca evidente, a modo de cabeza de turco, como fue el caso de Bennett.
Además, no descartes que el próximo gran caso salga de alguna de tantas ramificaciones de éste. Por ejemplo, del pasado criminal de Stan Larsen, o de la trama islámica de Bennett.
Sigo pensando, no solo por the killing, sino de cualquier serie o película, que este tipo de final lo que hace es utilizarnos como espectadores haciéndonos pasar por cuasi drogatas con el mono del más y más. Cualquier gran serie o gran película con un argumento más o menos formal (twin peaks no lo era) en mi opinión ha tenido y tendrá un final que le de cierre. Comentáis de Twin Peaks, ejemplo de gran serie que con el paso del tiempo fue víctima de su propia virtud inicial, se fue desinflando más y más hasta hacer que la gente en general le diera sin cuidado quien mató a Laura Palmer o cualquier otra cuestión al respecto.
En resumen, que para retahílas ya tenemos el cuento de la buena pipa, que básicamente es más sencillo, honesto y por supuesto barato.
Un saludo y espero no dar mucho el coñazo con estas cosas pero ví vuestra página y la verdad me ha gustado. La guardo en favoritos. Nos vemos en otro post o en éste, quien sabe.
Gracias por comentar, y para nada das el coñazo. La crítica moderna no es un monólogo, es un debate, un diálogo.
Un saludo y un placer cruzar comentarios, espero seguir entrando en la web dando un poco la brasilla.
Genial review el que te has marcado. A mí me ha encantado la temporada de principio a fin y me alegro, a diferencia de muchas voces discordantes, de que no la hayan resuelto cuando parecía que todo iba a acabar. La historia de Rosie Larsen da para más y ojalá que la resolución sea tan buena como todo el planteamiento de estos trece grandes episodios que hemos tenido.
Mencionas al dúo policial, muy atípico pero bien complementados, ahora de mis partes preferidas ha sido la de la familia y esa gran verdad que Belko le dice a Terry, que ya no hay ninguna familia. Espero algo de esperanza, valga la redundancia, para los Larsen en la siguiente entrega.
Un saludo!
En cuanto a la ira generalizada por el final, suscribo tus palabras de los comentarios: ¿Cómo la gente se puede poner así tras una temporada cuando tenemos a Lost? Por lo menso aquí tenemos un sólo misterio y no cincuenta, y con un final abierto. Mejor dejarlo así que no meter una explicación chusca. La serie bebe tanto del Lynch del pueblo que incluso el final remite al de Twin Peaks y con las mismas reacciones.
Los personajes han sido lo mejor de la serie. Linden rompe con todos los estereotipos de mujer policía en televisión y los acerca a la realidad, Y qué decir de Holder: otro grande, aunque se olía que no era trigo limpio desde el inicio. En este sentido, no sorprende ese giro final. Va haber mucha tensión y cuentas pendientes entre esos dos. Yo estoy contenta, sólo espero que combinen mejor el caso de la familia, que era lo que se me caía un poco esta temporada (el politequeo al final ha salido muy reforzado) y que no sean demasiado obvios en algunos mecanismos de despiste.
Gran entrada, por cierto.
Enhorabuena por el post.
Sobre la familia Larsen, el relato me ha parecido especialmente rico por su mencionada extensión a un turbio pasado (y presente): el pasado criminal de Stan, los "trabajillos" de la tía Terry o la inestabilidad emocional de Belko. No creo que (y espero que no) caiga todo en saco roto aún cuando el caso se resuelva del todo.
Gracias!
En España la ha emitido La Sexta. Supongo que podrás encontrar alguna reposición en breves en sus canales secundarios de TDT.
Gracias por tu comentario.