CANNES 2011: LA CRÓNICA

UN MITO DEMASIADO TENTADOR

Por no intentarlo no ha sido, pero finalmente, esta web no ha podido estar físicamente presente en el 64º Festival de Cannes, que echó el cierre la tarde-noche de ayer, mientras España entera miraba (los que votan y los que no), con mayor o menor recelo, los resultados de unas elecciones marcadas por el descontento general y los peores momentos de una crisis que empieza durar demasiado.

De todos modos, no hemos perdido ninguna oportunidad de informarnos, en la medida en que nos fue posible, acerca del día a día del festival, las sensaciones que producían las diferentes proyecciones y las quinielas, implícitas y explícitas, de los diferentes enviados y corresponsales acerca del vencedor final, así como unas sonadas polémicas en las que no me adentraré, puesto que, del modo que sea, sólo consiguen desvirtuar el festival y distraer sobre lo más importante: el cine.

El enfermizo secretismo y reservado carácter de Terrence Malick, así como su escasa proliferación fílmica (cinco películas en 38 años), han sido, finalmente, una maldición demasiado tentadora para el jurado, que le otorgó finalmente la Palma de Oro al estadounidense. Haber visto a este hombre en vivo y en directo, el cineasta más misterioso desde Alan Smithee, sólo puede ser superado por una visita clandestina al Jardín del Bien y del Mal, el descubrimiento del ingrediente secreto de la Coca-Cola o el hallazgo del Vellocino de Oro. De hecho, no asistió a la gala de clausura a recibir su premio, que tuvo que ser recogido por los productores de la película. Pues bien, yo me puede considerar un privilegiado en ese aspecto, ya que tuve la oportunidad de asistir a un histórico coloquio del director en el Festival de Roma, en octubre 2007, su primera entrevista en décadas. Una anécdota inigualable, muy difícil de rebatir.

Su quinta película, la filosófica y reflexiva El árbol de la vida, se presentaba como el plato fuerte de la Sección Oficial, la gran novedad, y por tanto, la primera favorita. Una condición que quedó en entredicho tras una primera proyección tras la que fue aclamada y abucheada a partes iguales. Pese a todo, le acabó valiendo el galardón más prestigioso del arte cinematográfico, y eso que las propuestas del finlandés Aki Kaurismäki o incluso Almodóvar llegaban pisando fuerte al último día.

El jurado más hollywoodiense en años, con la presidencia de Robert de Niro y la presencia de Uma Thurman y Jude Law, no se cortó a la hora de barrer para casa, ya que además del film de Malick (cuyo reparto está liderado por dos pesos pesados del star system como Brad Pitt y Sean Penn), concedieron los honores de la interpretación femenina a Kirsten Dunst por la Melancholia de Lars von Trier, sin que le salpicase la gratuita e innecesaria polémica creada por el danés, y el premio de la dirección a otro danés, Nicolas Windign Refn, por Drive, producción íntegramente estadounidense.

La gran curiosidad, la propuesta más arriesgada, o cuando menos, atrevida, no se encontró en esta edición, como suele ser habitual, en la sección Una Cierta Mirada, sino en la Sección Oficial, con L’artiste, película íntegramente muda que dedica, de la mejor manera posible, una mirada nostálgica, más de ochenta años después, a esa época del cine en la que los intérpretes eran mucho más que su voz. Una actuación meramente facial, gestual y corporal que le ha valido el premio de la interpretación masculina a su protagonista, Jean Dujardin.

El Gran Premio del Jurado, epígrafe en el que, en no pocas ocasiones, el título vencedor acaba teniendo mejor prensa y relevancia que la vencedora de la Palma, se concedió esta vez ex aequo. A la turca Once upon a time in Anatolia, de Nuri Bilge Ceylan (Mejor Director en 2008 por Tres monos), y la belga El niño de la bicicleta, lo último de los hermanos Dardenne, auténtico coleccionistas de premios, tal como los describieron en la gala: sus cinco películas seleccionadas a este festival acumulan dos Palmas de Oro (en 1999 por Rosetta y en 2005 por L’enfant) y otros cuatro galardones.

Cierran el palmarés de la Sección Oficial el trhiller policiaco francés Polisse (Premio del Jurado), la israelí Foot Note (Mejor Guión) y la road movie argentina Las Acacias (Cámara de Oro y dos premios de la Semana de la Crítica). Le Havre, de Kaurismäki, con Jean-Pierre Léaud de protagonista, que no paró de arrancar carcajadas, y se erigió en el mayor rival de El árbol de la vida por la Palma de Oro desde su primer pase, se llevó el Premio FIPRESCI (prensa internacional). Quién se fue de vacío (otra vez) fue Almodóvar con La piel que habito, aunque la crítica apreció con entusiasmo su particular atrevimiento con los códigos del género de terror, por lo que puede considerar su paso por Cannes como muy positivo.

El jurado de Una Cierta Mirada, encabezado por Emir Kusturica, decidió también repartir el máximo honor entre dos títulos: Stopped on track, del alemán Andreas Dresen, y el semi-documental Arirang, de Kim Ki-Duk. El cineasta surcoreano presenta se nueva obra tras un pequeño parón de tres años en su irrefrenable ritmo de película por año, mantenido sin fisuras, y a un envidiable nivel, desde su debut en 1996, Ag-o crocodile. Se ha tomado más tiempo para reinventarse y rodarse a sí mismo en esta propuesta fronteriza. El Premio Especial del Jurado recaló en Elena, del ruso Andrei Zvyagintsev (León de Oro en Venecia en 2003 por El regreso), que comparte, con Stopped on track, la temática de enfermedad, que ha parecido una constante de la sección este año.

El cuadro de honor de Una Cierta Mirada lo completa la combativa Goodbye con el premio a la dirección para el iraní Mohammad Rasoulof, que, al igual que su compatriota Jafar Panahi (también presente en el festival con el documental This is not a film), se encuentra encarcelado por el régimen de Ahmadinejad. El festival se ha mostrado muy solidario con ambos cineastas de principio a fin, y Panahi fue galardonado (desde la distancia) con la Carroza de Oro de la Sociedad de Realizadores.

La triunfadora de la tercera gran sección, la Semana de la Crítica, fue sin duda Take Shelter, del estadounidense Jeff Nichols, que además se llevó el FIPRESCI de la sección. El reparto de este thriller psicológico-apocalíptico está encabezado por Michael Shannon (Boardwalk Empire), que repite con el director, y la televisiva Jessica Chastain, auténtico talismán, puesto que también aparece en El árbol de la vida. Otros títulos destacados fueron This must be the place, del italiano Paolo Sorrentino (Il divo, Las consecuencias del amor), en el que (otra vez) Sean Penn interpreta a una vieja gloria del rock, con una apariencia que remitirá enseguida a Kevin Smith; o Where do we go now?, segundo film de la libanesa Nadine Labaki, que cautivó a medio mundo con su debut, Caramel (candidata a la Cámara de Oro), y ahora nos trae esta historia de tensiones étnicas y religiosas en su propio país.

En conclusión, un festival que nos adelantado mucho de lo mejor que se podrá ver este año (y los siguientes, que ya sabemos cómo se las gastan las distribuidoras), en el que han desfilado los mejores cineastas y actores de ayer y de hoy, en el que las polémicas internas y externas, una vez más, han logrado eclipsar al cine, y en el que, de nuevo, como es habitual, se ha premiado más al autor, a la persona, y en este caso, concreto, al mito, que a la propia película. Hasta el año que viene, en el que esperemos sí estar presentes in situ.

Lista completa de premiados

8 comentarios en «CANNES 2011: LA CRÓNICA»

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