GLOBOS DE ORO: LA QUINIELA (TV)
LA LEY SECA AMENAZA A DON DRAPER
La prensa extranjera no puede permitirse el lujo de montar toda una convocatoria de premios para la ficción televisiva, así que las categorías correspondientes aparecen normalmente tapadas junto a las de la pantalla grande en un momento del año, enero, que ni mucho menos supone (o debería suponer) un punto crítico de la temporada televisiva, en pleno parón navideño, con la midseason a punto de arrancar. Así es que resulta tan difícil (e incluso contraproducente) intentar determinar qué están reconociendo exactamente estos galardones: si la segunda hornada de la temporada pasada (esa que acabó allá por mayo) o la primera de la actual (que arrancó en septiembre). Por ello, no resulta tan extraño la hegemonía cada vez mayor de los productos del cable. Sus volúmenes, más breves (no más de 13 capítulos salvo contadísimas excepciones) tienen tiempo de sobra para desarrollarse por completo en el amplio marco de un año, a lo largo del se suelen suceder en trimestres estratégicamente calculados.
Normalmente suelen establecerse la primera piedra de toque para medir la popularidad de las nuevas series, al menos, aquellas que han pasado el corte de la supervivencia en los primeros episodios, lo cual resulta cada vez más crítico. Y para qué engañarnos: esta temporada está suponiendo en general un fiasco bastante fuerte para las generalistas. Títulos prometedores ampliamente avalados han caído a las primeras de cambio (Undercovers, Running Wilde), las audiencias son más bajas que nunca y el listón de exigencia redunda cada vez más en una (necesaria) complacencia. En esta cuestión, el mapa de nominaciones nos trae una representación más que fiel de la realidad. Las tres únicas debutantes que asoman la cabeza, con mayor o menor fuerza, pertenecen a las tres grandes del cable (si descontamos la presencia más que testimonial de Covert Affairs y Hawaii 5.0 en los apartados de reparto): Boardwalk Empire (HBO), The Big C (Showtime) y The Walking Dead (AMC). Como defensor acérrimo de Rubicon, debo añadir que, de no haber sido por su cancelación, ahora estaríamos hablando de otra candidata en la lista con varias nominaciones, tanto para el conjunto como para algunas participaciones individuales (Arliss Howard, Jessica Collins o Miranda Richardson). Sin más dilación, vamos con nuestra quiniela.
Mejor Serie de Drama. Pese a la fuerte irrupción de The Walking Dead, avalada por un éxito de audiencia y, en general, de crítica (la mayoría de los comentarios negativos se reducen a objeciones por la supuesta poca fidelidad a los cómics), únicamente Boardwalk Empire, la serie que ha devuelto a la HBO a una cumbre que había tenido algo abandonada, amenaza la cuarta corona consecutiva de Mad Men. Parece mentira que los ejecutivos de Sterling Cooper se puedan quedar compuestos y sin novio tras haber completado una cuarta temporada cum laude, probablemente la mejor de la serie, que ya es decir. Sin desmerecer al mundo criminal de Atlantic City, que viene de finalizar un primer volumen a la altura de unas expectativas que ya de por sí estaban bien altas, el factor que más influirá en la posible derrota de la serie de Weiner es esa monotonía de ver ganar siempre a los mismos. Como ya he dicho, se puede quedar con la miel en los labios tras su ofrecernos su mejor versión, superándose una vez más tras tres años sin haber bajado de la cima. Si a finales de la pasada temporada, el tabaco (o más bien, su ausencia) dejaba fuertemente tocada a la agencia, es ahora el alcohol quien amenaza su trono en la realidad exterior.
Parece que esta vez el efecto de compensación caerá del lado contrario, tras haber paseado triunfalmente los últimos tres años sin apenas competidoras que hayan estado generalmente a la altura, a excepción de su compañera de canal, la popular pero también algo maldita Breaking Bad, que sin embargo no aparece ni siquiera entre las nominadas. No hay que culpar a la entrada triunfal de los zombies de Kirkam y Darabont, sino al letal efecto lejanía, tanto hacia el pasado (su 3º temporada acabó en mayor) como hacia el futuro (tendremos que esperar hasta ¡¡julio!! para más metanfeta). Por cierto, The Good Wife, título admirado pero de minorías, se erige como la única representante de las majors en esta categoría. Y ya que este año la HBO presenta una candidata seria, no sorprende en absoluto la ausencia de True Blood.
Mejor Serie de Comedia o Musical. Los Emmy están todavía muy cerca como para que su efecto no se haga sentir en unos galardones cuyo “arco de valoración” se intuye demasiado difuso y discontinuo como para no tener que echar necesariamente la vista hacia los precedentes más recientes. Modern Family está manteniendo muy bien el tipo, lo que ya es mucho tras una excelente primera temporada que convenció hasta el más incrédulo de que no todo estaba ya inventado en la sitcom. Por ende, no debería tener demasiados problemas para relevar a Glee, cuya segunda entrega nos ha ofrecido recientemente grandes piezas (como la sensacional Furt, que os comentamos en profundidad), pero que empezó de una manera algo floja tras haber puesto las expectativas por las nubes; y que al fin y al cabo, se le sigue apreciando esa irregularidad que ya la caracterizaba en su primera hornada. Rockefeller Plaza y The Office siguen reclamando su presencia, aunque su reinado haya ya proscrito en el último año.
Al contrario que en la sección de drama, aquí mandan las majors. La cuota de cable la representa la Showtime por partida doble: con su debutante The Big C y con la “sophomore” Jackie, que esta vez aparece reconocida como conjunto y no sólo como vehículo de lucimiento de su omnipresente protagonista, Edie Falco, con el Emmy bajo el brazo. Esta doble carta ha jugado en detrimento de la más veterana de la cadena, Weeds, cuya trepidante sexta temporada, llena de cambios, merecía al menos que le hiciesen más caso. De la serie de Laura Linney, bien acogida en general (tanto la actriz como la serie se acaban de alzar con el Satellite Award en sus respectivas categorías) pero cuyo final no terminó de convencer a los expertos, hay que puntualizar que a su candidatura en firme ha contribuido lo cinematográfico de su reparto, en unos galardones que, por su propia naturaleza, se fijan con más entusiasmo en el lado más “fílmico” de la ficción televisiva. Circunstancia que no ha bastado para fijarse en la extravagante pero fresquísima Bored to Death, ignorada ya por segunda vez. Supongo que quedará como un producto de culto disfrutado por una minoría muy agradecida.
Mejor Miniserie o Telefilm. Aquí ya no resulta una novedad encontrarse con un terreno vedado del cable. Lo que sí llama la atención es la presencia de una producción no anglosajona, la franco-alemana Carlos, genuina y aclamada miniserie dirigida por el cineasta de culto Olivier Assayas. Con todo, no parece que vaya a haber tercera vía en el duelo de titanes entre The Pacific y Los pilares de la tierra. Nadie dudaría hasta hace nada de un paseo triunfal de la supuesta sucesora de Hermanos de sangre, tal como sucedió en los Emmy. Pero su inesperada derrota en los Satellite Awards ante Sherlock, la versión modernizada del clásico de Doyle por cortesía de la BBC, hace tambalear cualquier pronóstico. Paradójicamente, la británica no aparece ni tan siquiera nominada, por lo que no habría que descartar la victoria de la adaptación del best seller de Ken Follett, detrás de la cual recordemos que están nada menos que los hermanos Scott.
Actores. La sombra de los Emmy puede beneficiar, positivamente, tanto a Bryan Cranston como a Jim Parsons, ambos triunfadores el pasado mes de agosto. El pluriempleado profesor de química de Albuquerque se encuentra muy cerca de ganarse un reconocimiento que en los Emmy le sobra (tres estatuillas consecutivas) pero aquí se le niegan, hasta el punto de estar aún ahora ante su primera nominación (reiteramos el efecto de proximidad y lejanía que afecta a las serie de cable), en una categoría que mete miedo al comprobar tal cantidad de monstruos de la actuación compitiendo por un mismo sueña. Los ya habituales Jon Hamm, Michael C. Hall y Hugh Laurie cuentan este año con la incorporación del fenomenal Steve Buscemi, la cabeza más visible del que ya es sin duda el estreno televisivo de la temporada.
Y siguiendo con la huella de los pasados Emmy (lo siento, es inevitable), la última edición marcó el adiós del reinado de Rockefeller Plaza, tanto para la propia serie como para sus protagonistas, los hasta hace nada imbatibles Alec Baldwin y Tina Fey. Asimismo, comprobamos que la inminente despedida de Steve Carell de Dunder Mufflin no bastaba por sí sola para valerle la estauilla. Así que pongo la mano en el fuego por que el nerd favorito de la TV levante un premio en el que ni siquiera le habían invitado a participar, tal como le ocurrió a Cranston. Muchas veces el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio, y para estos dos actores el tiempo es ahora.
Actrices. The Good Wife, repetimos, es el único título de una major que se ha colado en la sección de drama de la categoría reina, lo cual ya supone un mérito irreprochable. Así que, por lo menos, debería valer la estatuilla, por segunda edición consecutiva, a su protagonista, una Juliana Margulies que nos demuestra capítulo tras capítulo que en los procedimentales también hay sitio para grandes personajes. O eso, o Elisabeth Moss empieza por fin a obtener un reconocimiento oficial que se merece a gritos, especialmente en una cuarta temporada en la que es capaz de robar grandes momentos al mismísimo Don Draper. Si no veo a Kyra Sedgwick subiendo al escenario es porque aquí, al contrario que los Emmy, no la han tenido con la miel en los labios durante cinco años.
En el apartado de comedia (o musical, hay que decirlo), Tina Fey y Toni Colette se repartían los galardones sin tregua hasta hace muy poco. Pero ahora, no sólo les ha salido Edie Falco como seria competidora (que, de hecho, ya les arrebató el Emmy), sino también Laura Linney, cuya veteranía en el celuloide, como ya hemos dicho, supone un trascendental punto a favor. La factoría Showtime parece por tanto el mejor vehículo de lucimiento para sus intérpretes, especialmente los femeninos (tres de las cinco nominadas en esta sección trabajan para aquella cadena). Por ello pongo el grito en el cielo por la ausencia de Mary-Louise Parker, que por mucho que ya lo haya ganado todo, se seguía mereciendo al menos la nominación por una sexta temporada en la que ha demostrado que Weeds aún tenía mucho que contar.
Actores y actrices de reparto. La necesaria pretensión de aligerar la ceremonia convierte estas categorías en un auténticos cajones se sastre, donde caen intérpretes de dramas, comedias/musicales (por mucho que la distinción sea muchas veces contraproducente, resulta necesarias), miniseries y telefilms. Los rangos van desde el protagonista coral hasta la estrella invitada de cierta duración. Por ello, elevar un pronóstico fiable se convierte en una tarea de costurera. Eric Stonestreet, otro que llega con el Emmy bajo el brazo, pinta como el gran favorito en un apartado lleno de “caras nuevas”. En cuanto a las féminas, las consagradas Jane Lynch (también premiada en los Emmy) y Sofia Vergara (la más cómica y carismática del conglomerado familiar Dunphy-Pritchett-Delgado-Tucker) lo tendrán muy difícil ante la siempre genial Kelly McDonald, una de las grandes bazas de Boardwalk Empire, o también el gran papel que Julia Stiles se marcó en la quinta de Dexter, serie que también el año pasado valió una estatuilla para su estrella invitada de turno, el terrorífico Trinity Killer de John Litgow, cuyo Hello, Dexter Morgan aún nos sigue poniendo los pelos de punta.
Esto es lo que hay. Mad Men puede irse de vacío tras su mejor temporada, pagando caros sus tres años de reinado sin discusión. Boardwalk Empire pisa fuerte para ser la nueva reina de la televisión de la nueva década, aunque a la serie de Weiner aún le quedan bien dos temporadas en las que esperemos que el nivel se mantenga, algo que es, digámoslo, sumamente difícil. El título de reina de la comedia parece reservado para Modern Family y algunos todavía echan de menos a Perdidos: no os refugiéis bajo el efecto de lejanía, no hay más razón que la decepción, el chasco y la sensación de timo que nos dejó la última temporada a todos aquellos a quienes la fandemia no nos cegó.
Para acabar, una recomendación general. Nos encontramos en un parón que podéis aprovechar para disfrutar o revisar las candidatas a estos galardones, poneros al día con las series que vuelven en la midseason o bien inyectaros en vena uno de esos clásicos que llevan tiempo en la lista de “pendientes”. Las largas tardes navideñas en la aldea son la ocasión ideal.
Para ver nuestra quiniela de las categorías cinematográficas, entrad a este enlace.
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