XXXI MOSTRA DE VALENCIA (2/3)

LUCES Y SOMBRAS

por Rober Comix

A lo largo de la semana hemos podido encontrar una enorme diversidad de films, algunos insufribles, no recomendables ni a los amantes del “sadomasoquismo cinematográfico”, otras que han cumplido con creces con las expectativas que habían generado, y por último, como no podía ser menos, aquellas sorpresas que nos han hecho sobresaltar de la butaca.

Comenzando por la parte más negativa, ésta corresponde, sin duda, a Stone, la película de John Curran que partía a priori como una de las grandes favoritas del festival. En mi vida he visto una película con mayor derroche de talento. Aunque las interpretaciones de estos gigantes (De Niro, Norton y Milla Jovovich) son más que correctas, en ningún momento sirven para realzar un argumento inerte. Un videoblog del trío protagonista daría mayores resultados que los conseguidos por la película.

El primer fraude que queda patente es la desvirtuación total de la cinta con respecto a lo que sugiere el tráiler. La película se nos vende como un thriller/drama carcelario (¿un drama en la sección oficial? ¿pero no se trataba de cine de acción y aventura? Ah, sí, es verdad, una de las incoherencias de este festival; imagino que el peso de los protagonistas era un pastel demasiado jugoso como para rechazarlo), pero si buscamos qué es una película de suspense ésta se describe (Wikipedia) como “una historia de intriga que se caracteriza por tener un ritmo rápido, acción, héroes ingeniosos y villanos poderosos e influyentes […] cuyo relato tiene mayor consistencia y argumentación que otros géneros […] y su característica es que todos los elementos propios de un guión (personaje, meta, conflicto, ritmo, etc.) están al servicio de la intriga, es decir al servicio de una acción que se ejecuta con astucia y ocultamente”. Si hay algo que brilla por su ausencia en Stone es la acción, y mucho menos una acción ejecutada con un mínimo de astucia que parece requerir el género (¿astucia en esta película? ¿es una broma?), además de tener un ritmo incomprensiblemente lento, imposibilitando terminar su visionado sin sufrir trastornos en narcolepsia.

En resumidas cuentas, la película trata de un preso (Edward Norton) que tiene que convencer a un funcionario de libertad condicional (Robert de Niro), para que le elabore un informe favorable. Junto a esta trama principal se entremezcla la novia del preso (Milla Jovovich), que manipula al personaje de De Niro para conseguir la libertad de su pareja, así como las pajas mentales (insufribles) de los sujetos implicados.

Los diálogos excesivamente pretenciosos y mal ejecutados juegan también en contra de la película. Y ello porque, en lugar de causar intriga, fascinación o cualquier tipo de reflexión, producen un tremendo aburrimiento. Se nos presenta como un caso de profundos dilemas morales, ideológicos-religiosos, pero no dan la talla. Un Woody Allen preadolescente podría situarnos ante mayores conflictos éticos.

En definitiva, y sin entrar en una completa valoración de la película –que ni merece ni apetece-, podemos concluir con lo mejor y peor de este film.

  • Lo mejor: La interpretación del trío protagonista. Todos en su línea, sin sobresalir ninguno en particular. No pasarán a la historia por esta película.
  • Lo peor: Todo lo demás.

Pese a empezar con mal pie, el día pronto se arreglaría con el visionado del episodio piloto de Sherlock, miniserie de tres capítulos producida para la BBC sobre las aventuras de Sherlock Holmes y el Dr. Watson ambientadas en el Londres de pleno siglo XXI. Sin duda la miniserie parte con un gran reto, puesto que a nadie escapa que modernizar la figura de Sherlock Holmes puede suponer, a priori, toda una herejía para los incondicionales del detective más célebre de la literatura. Con todo, la serie logra tumbar toda esa enorme maraña de prejuicios y se revela como una adaptación extraordinaria de este clásico. Una adaptación que sabe mantener toda la esencia del personaje, armonizando a la perfección el encanto del entorno detectivesco de la literatura clásica con el escenario sociocultural y tecnológico actual. Benedict Cumberbatch (Sherlock Holmes) se mueve como pez en el agua en el rol de detective superdotado y excéntrico, y por el otro lado el ya conocido Martin Freeman, en el papel del Dr. Watson aporta el grado de escepticismo y humor que dota a esta serie de situaciones cómicas de lo más hilarante.

Así, es precisamente esa combinación de intriga y comedia el punto fuerte de esta nueva adaptación de Sherlock Holmes, lo cual, unido a su trepidante ritmo narrativo (cuesta creer que estamos ante un episodio de 90 minutos de duración), diálogos brillantes, una seductora BSO -muy acorde con su estilo de intriga distendido-, y un apartado técnico exquisito, nos deja claro que estamos ante una de las miniseries con mayor calidad del panorama actual. La parte amarga es la corta duración de este proyecto, si bien la gran acogida por parte de la crítica ha propiciado el desarrollo de una próxima temporada de otros tres episodios, prevista para otoño de 2011.

Retornando a la Sección Oficial, una de las películas que más nos ha llamado la atención es la bizarra Boogie el aceitoso, del argentino Gustavo Cova, basada en el personaje homónimo de tiras cómicas creado por Roberto Fontanarrosa. Boogie es un mercenario americano apático y despiadado, veterano de Vietnam, capaz de cualquier cosa por dinero. No contento con ello, el creador parece que ha querido encarnarle todos los defectos de la humanidad. El machismo, xenofobia, homofobia y el desprecio y odio hacia toda la humanidad en general son actitudes recurrentes de este personaje a lo largo de toda la cinta, proyectando, mediante un humor de lo más negro, una crítica de la mentalidad mercenaria.

Uno de los aspectos que más llama la atención es una animación innovadora, en la línea de una estética de cómic underground envuelta en los avatares del cine negro, muy adecuada junto a un ritmo ágil, que hace de Boogie el aceitoso una película fácil de digerir –a lo cual ayudan sus escasos 85 minutos-, pero no recomendable para todos los públicos. La excesiva violencia, sangre, machismo y homofobia que impregna la cinta deleitará a los fans de Torrente y de este tipo de cine. Y es que Boogie el aceitoso es tan graciosa como pegarle un padre. Tan graciosa como una patada en el escroto. En definitiva, no es la mejor película para reproducir en una clase de catequesis. Absténgase el público más susceptible.

Por último, la gran sorpresa la protagonizó la alemana 12 paces without head, de Sven Taddicken. Y digo gran sorpresa por dos razones. La primera por la presentación personalmente de la misma por parte de su director y del actor principal Ronald Zehrfeld. El escaso número de espectadores indujo a Zehrfeld a perder unos minutos de la presentación para saludar personalmente a todos y a cada uno del púbico asistente. Sin duda el momento más gracioso del festival, acrecentado debido a un problema en los subtítulos que retrasó tres cuartos de hora el inicio de la película, tiempo en el que Zehrfeld ejerció de showman para entretener a los poco más de veinte personas que nos encontrábamos en la sala.

En cuanto a la segunda razón, ésta está relacionada con la película misma. 12 paces without a head es una película de piratas que, pese a haber iniciado su producción en el 2003 –antes del boom de Piratas del Caribe- todavía no tiene fecha de estreno. Está basada en la historia real del pirata alemán Klaus Störtebeker, si bien la amplia colección de leyendas se entremezcla entre sí. No en vano, el mismo título de la cinta se debe a una de las más populares, que cuenta que cuando Klaus Störtebeker fue capturado y condenado a la decapitación, acordó con su verdugo que, una vez que decapitado, si conseguía andar por delante de sus hombres, éstos quedarían liberados. Se dice que finalmente consiguió andar once pasos, si bien dicho pacto nunca llegaría a cumplirse.

12 paces without head narra las aventuras de dos piratas que, tras el descubrimiento de la pólvora, atemorizan y saquean a la poderosa Liga Hanseática (organización político-económica formada por un conjunto de ciudades del norte de Alemania y de comunidades de comerciantes alemanes). No obstante la película va más allá. Supone una revisión de la sociedad campesina de la época y de las desigualdades sociales y de la piratería como forma de escape a la misma. Representa un canto a la libertad, cumpliendo en este sentido con el eterno estereotipo de la vida pirata.

La genialidad del film proviene de saber conducir todos estos elementos sin perder el brío cómico. Sólo así se justifica la inclusión en ésta, una película de época, de la música de Johnny Cash. Sin duda, todo un acierto la elección de música punk de finales de los '70 para desarrollar una divertida y cruda historia que, si algo personifica es, ante todo, un espíritu rebelde.

A lo largo de la semana hemos podido encontrar una enorme diversidad de films, algunos insufribles, no recomendables ni a los amantes del “sadomasoquismo cinematográfico”, otras que han cumplido con creces con las expectativas que habían generado, y por último, como no podía ser menos, aquellas sorpresas que nos han hecho sobresaltar de la butaca.

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