FRENESÍ DE BAJOS VUELOS – ’30 MINUTOS O MENOS’, de Ruben Fleischer

30 MINUTOS O MENOS – 30 minutes or less (2011) de Ruben Fleischer

Tras varias semanas atendiendo a meticulosos análisis sobre la comedia norteamericana moderna (venimos de publicar un resumen de la “ponencia estrella” del pasado viernes, con Jordi Costa), la lista de estrenos de este viernes nos sitúa ante un nuevo ejemplo de este nuevo estadio que algunos ya se han atrevido a bautizar como “comedia post-Apatow”: la comedia de género autorreflexiva, no tanto sobre sus propios códigos (que también) sino sobre los de otros (sub)géneros de la cultura popular, sin llegar a la orgía burlesca y alusiva de las spoof movies (esas parodias referenciales popularizadas por Mel Brooks, la fórmula del “...como puedas” o los ya deplorables derivados enésimos de Scary movie), ni tampoco esas caricaturas-tributo más trabajadas y menos gratuitas del tándem Simon Pegg-Nick Frost, que precisamente, una vez escindidos, en la notable Paul, del director y co-guionista Edgar Wright (de nuevo, el interrogante sobre la autoría en este tipo de cine), han confluido con la escuela Apatow a través de uno de sus directores más experimentados, Greg Mottola, a la postre, uno de los mayores exponentes a la hora de dirigir, con eficacia, cine de comedia con caracterísitcas de un género particular.

Se trata del segundo largometraje de Ruben Fleischer, que ya revisó, entre carcajadas frikis, el género zombie (con el que empezaron asimismo Pegg y Frost) en su aplaudida opera prima Bienvenidos a Zombieland, una de las sensaciones de Sitges hace dos años. Ahora, sigue la misma trayectoria que el tándem británico y se atreve con el cine de acción, pero con distintos matices. Podemos considerar esta propuesta, sin duda, como una comedia de acción, que no una parodia en su sentido más estricto. Pero tengamos en cuenta que este género ya se ha reído de sí mismo, en mayor o menor medida, o al menos, siempre ha dejado un notable hueco al humor, ya en su época de mayor esplendor y madurez (las citaciones en este film a La jungla de cristal, cumbre del género, son más que explícitas e incluso adquieren cierta relevancia en la trama), ya sea e forma de catástrofe argumental, excesos pirotécnico-marciales o chascarillos de tío duro, como bien demostró Los mercenarios, homenaje-pastiche y un tanto parodia de ese mismo cine al que declara su amor. Pese a ello, estamos, en todo caso, ante un giro constructivo de conciencia y coherencia de un género que se sabe exagerado y absurdo, pero que al fin y al cabo se gusta mucho a sí mismo.

Este relato revisa claramente los códigos del cine de acción, no tanto del tío duro de los ochenta, sino más bien del individuo corriente metido de repente en un fregado al que no le encuentra el más mínimo sentido, pero del que tiene que salir del paso sí o sí, el modelo más común de los noventa, con el género entrando en su decadencia. Así pues, tenemos al histriónico escudero al que engatusa nuestro héroe para que le ayude, pero que se acaba mostrando leal hasta las últimas consecuencias, y mucho más útil de lo esperado; a la chica que está en peligro sin saberlo y que se acabará convirtiendo en señuelo; al torpón y tontaina escudero del villano, al mercenario violento y sin escrúpulos que se la lía a todos, etc. Y sobre todo, grandes y aceleradas escenas de persecución (desde la primerísima secuencia, a ritmo de The Hives), irónicamente justificadas con el servicio de entrega de pizza exprés en el que se emplea el protagonista y que da título a la película. Acción noventera casi de libro, pero siempre con el tono de comedia por bandera.

De hecho, aquí la reflexión sobre los códigos se traza en dos direcciones, operando sobre dos subgéneros (o quizás ni siquiera eso, sino más bien arquetipos específicos de trama) dentro de ambos, digamos, “megagéneros”, el del “código fuente” (acción) y del tono y espíritu dominante (comedia), alcanzando un grado más complejo que las habitualmente planas buddy movies, ejemplo más reconocible (y muchas veces detestable) de “comedia de acción”, muy prolífico a finales de los ochenta y principios de los 90. Por un lado, 30 minutos o menos se ríe (ahora sí) de esas películas de acción híper-frenéticas y adrenalíticas en las que el individuo debe resolver el problema antes de que salte todo por los aires (Speed, Crank), probablemente las instancias más disparatadas del hipertexto del cine de acción, y paradójicamente, las que han demostrado menor capacidad y predisposición para reírse de sí mismas, algo de lo que precisamente se encarga este film.

Y de otra parte, actualiza, en cierta manera, a la era digital (siempre en el escenario provinciano típico de la comedia indie) los tradicionalmente hilarantes relatos de ladrones patosos y negados, no especialmente malintencionados, y atracos caóticos y desastrosos. En esta dirección, la relativa caricatura (ya que se construye en torno a un tipo de películas ya rotundamente cómico por naturaleza), aunque eficaz, queda menos lograda, ya no sólo por esa razón mencionada entre paréntesis, sino por una teoría de la catástrofe funcional pero mucho menos enmarañada de lo que llega a ser en las mejores títulos de esta clase. Por otra parte, las licencias argumentales pecan, por momentos, de facilonas, incluso en una comedia, lo que al mismo tiempo supone un desaprovechamiento del potencial humorísticos.

En definitiva, una comedia referencial frenética que sirve al honesto y sano propósito de la carcajada sin mayores pretensiones, y que no requiere de un amplio bagaje visual por parte del espectador para el funcionamiento de su mecanismos humorísticos.

Ficha técnica

Un comentario en «FRENESÍ DE BAJOS VUELOS – ’30 MINUTOS O MENOS’, de Ruben Fleischer»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

RSS
Suscríbete por correo
Instagram