DISTOPÍA EN PRESENTE - 'NUEVO ORDEN', de Michel Franco

NUEVO ORDEN (2020) de Michel Franco

No hay mayor arma de doble filo para una nueva película que el hecho de que la comparen con una obra maestra, y encima, muy reciente. Esa etiqueta de "la nueva Parásitos" que Nuevo orden empezó a colgar desde su exitoso paso por Venecia (donde conquistó el Gran Premio del Jurado) no es tanto ya que le quede grande, pues la mexicana juega en una liga menor que la surcoreana, sino porque realmente poco tienen que ver en esencia.

Para empezar, porque el formato es radicalmente distinto. Poco hay en el Nuevo orden de Michel Franco de esa comedia negra con elementos de thriller que es la aclamada obra de Bong Joon-Ho. Aquí estamos ante un relato distópico en tiempo presente, en una antesala de un mundo orwelliano (salvando las distancias). Pero sobre todo, y de manera más importante, ese rasgo temático común de la lucha de clases juega un rol totalmente diferente en una propuesta y en otra: mientras en la película surcoreana se trataba indiscutiblemente de su núcleo semántico, narrativo y estético, en el film mexicano supone un elemento de arranque, una premisa para llevarnos a un mensaje muy dispar.

Precisamente por eso mismo no se debe poner tanto en el foco, como ya han hecho otras voces muy críticas con la película, en los retratos raciales y sociales tan maniqueos que traza (los ricos y blancos como unos frívolos y vividores en su burbuja y los pobres e indígenas como salvajes, violentos y traicioneros). De hecho, la narración no hurga en absoluto en las tripas del conflicto en el que incrusta, de cuyas motivaciones y aspiraciones apenas se nos dan unas pinceladas muy superficiales. Todo eso tiene realmente el único propósito de conducirnos a una progresiva y encarnizada escalada de la violencia y del consecuente control policial y militar en el que se inserta el verdadero discurso de este Nuevo orden.

No estamos ni ante un retrato fidedigno e incisivo de la sociedad mexicana ni ante una crítica reflexiva y trabajada a sus enormes desigualdades, sino ante una fábula, una alegoría sobre el abuso del poder, el uso finalista de la violencia, el miedo y los chivos expiatorios y, en definitiva, la génesis de un estado autoritario y represivo, el auténtico meollo de esta distopía. Cierto que es que con estos ingredientes se podría esperar algo mucho más logrado, un debate bastante más profundo, pero como relato de intriga resulta bastante solvente y tiene la suficiente fuerza como provocar reacciones en la audiencia más allá del mero entretenimiento.

Ficha técnica

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