EL ESPECTADOR SERIAL: HANNIBAL

Producto de la cada vez más frecuente retroalimentación entre medios y formatos, Hannibal Lecter encontró nueva vida en la TV, seis años después de su última aparición cinematográfica (Hannibal: el origen del mal, 2007). Bryan Fuller adaptó para la pequeña pantalla, vía NBC, este modélico thriller psicológico que impactó por vez primera a los aterrorizados lectores de las novelas de Thomas Harris. Es así como el universo pergeñado por este autor de culto se abre ante nosotros como un delicado mecanismo de cajas chinas trasladado al Séptimo Arte: El dragón rojo (llevada al cine primero por Michael Mann, bajo el título de Manhunter, y después por Brett Ratner), El silencio de los corderos (luego en celuloide, la premiada pieza de Jonathan Demme) y Hannibal (una mediocre secuela de Ridley Scott).

Convertida en fenómeno popular, gracias al retrato que brindó Anthony Hopkins en la piel del sádico psiquiatra, la eminente serie condensa las mejores virtudes de la historia original, sintetizándolas en tres temporadas que se preocupan por poner en relevancia el retorcido juego de caracteres que establecen Lecter (Mads Mikkelsen) y el detective Will Graham (Hugh Dancy). Colocarnos en la mente de un asesino en serie, entender qué es aquello que lo motiva y sumirnos en su despiadada caza nos interpela con dosis de oscuridad evidentes. ¿Quién dijo que el horror no oculta la belleza más preciada? Esta serie se convierte en una inmejorable compañía doméstica junto a una copa de delicioso chianti.

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