CONOCER EL EXPRESIONISMO EN TRES ACTOS

El expresionismo alemán fue un movimiento de arte que comenzó su andadura en 1910, surgiendo en la arquitectura, el teatro y las artes plásticas. El arte expresionista generalmente presentaba el mundo desde una perspectiva subjetiva y, por lo tanto, intentaba mostrar una visión distorsionada de este mundo para evocar un estado de ánimo o una idea. El significado emocional del objeto es lo que le importa al artista y no lo físico. Los alemanes hablaban del Stimmung, el alma o la atmósfera de las cosas en un tiempo histórico.

La Primera Guerra Mundial dejó a Europa en ruinas, ya que muchos imperios colapsaron, preguntándose qué deparaba el futuro. La derrota de Alemania fue devastadora ya que el país quedó en la indigencia financiera, causando un gran desconcierto a sus ciudadanos. La gente de Alemania comenzó a sentir resentimiento hacia sus líderes por traer una miseria indecible sobre ellos. El malestar se estableció en el público alemán con respecto a su futuro y esta inquietud se tradujo al arte.

El miedo comenzó a manifestarse en el movimiento de arte expresionista, en diversas disciplinas artísticas. Después de la guerra, el expresionismo encontró su camino hacia el nuevo medio del cine, que presentaba a los artistas la oportunidad de trabajar con un lienzo en movimiento, es decir, la gran  pantalla de cine, toda una novedad por aquellos años.

La incursión del expresionismo en el medio del cine es quizás el primer movimiento de muchas vanguardias que le sucedieron en las primeras décadas del siglo XX. Debe notarse que ningún manifiesto fue elaborado para el expresionismo a diferencia del movimiento surrealista y tantos otros. Quiere decir que estamos en presencia de un movimiento por demás heterogéneo en cuánto a sus rasgos de visuales. Sin embargo, y a través de los filmes que enumeramos a continuación, pueden rastrearse las huellas de estilo más características de una vanguardia esencial.

I) EL GABINETE DEL DR. CALIGARI (Das Cabinet des Dr. Caligari, Robert Wiene, 1920)

El gabinete del Dr. Caligari es un film fundamental para entender el desarrollo del cine alemán de fines de la década de 1910 y que cobraría impulso durante los años veinte. Un cine fantástico y extravagante, que se desarrollaba en aquel movimiento por esos años, apoyándose en estandartes de la talla de Fritz Lang o F.W. Murnau. Este cine fantástico, con una marcada herencia en el espíritu lírico y mágico que instaurara Georges Méliès pocos años antes, abordaría sus historias mediante efectos netamente teatrales que le daban al relato un tono caricaturesco y hasta histérico.

El film pasará a la historia por convertirse en un emblema del expresionismo alemán de aquellos años a la vez de una inquietante alegoría, ensayo sobre la situación política de sometimiento y estudio de los sistemas del poder, casi profético, esbozando  un nazismo en ciernes que surgía desde la efervescente e inestable realidad socio-política de la Alemania de posguerra. Con Caligari a la cabeza, el expresionismo fue una tendencia estética que intentó dotar al cine de un concepto de mundo más allá de la visión realista o de la percepción estética que la visión objetiva percibe.

II) NOSFERATU EL VAMPIRO (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, F.W. Murnau, 1922)

Puede considerarse a Friedrich Wilhelm Murnau como un experto del género, el primer artesano del terror. En tiempos donde el cine no conocía de sonoridad y donde un género como el mencionado se hacía fuerte y conseguía atrapar al público. Nosferatu estaba basada (aunque se omitió declarar sus regalías) en el Drácula de Bram Stoker, la célebre obra de la cual esta es la primera de sus múltiples adaptaciones posteriores. Su narrativa visual, escrita de forma epistolar, con pocos diálogos y muchas descripciones, favorece el impacto visual que necesita un film mudo, dadas sus características. Con esta concepción, Nosferatu consigue su cometido; atrapa, asusta y asombra. 

La película se replantea el eterno conflicto entre la luz y la oscuridad, el debate entre las fuerzas del bien y el mal de la luminosidad y las tinieblas, a modo de metáfora, con vuelo casi poético. El film se convertiría en un clásico de culto para los amantes de la obra de Bram Stoker (cuya última transposición seria a la pantalla se le debe a Francis Ford Coppola), así como también para los seguidores de este subgénero de vampiros, dado que introdujo varios de los mitos del vampirismo más reconocidos cinematográficamente. 

Unos pocos años después Murnau profundizaría su visión del género con la igualmente acertada Fausto. Pero Nosferatu sería recordada como su primer acercamiento -y fundación- al subgénero vampírico. Pese a su acotado presupuesto y cierta alteración argumental, la película es una joya del cine mudo. Una innegable conjunción poética y psicológica, que al igual que el mismísimo Drácula, se ha mostrado inmortal al paso del tiempo. 

III) METRÓPOLIS (Fritz Lang, 1927)

Considerada la primera gran película de ciencia-ficción de la Historia, esta épica muda de Fritz Lang se adelantó a su época en estéticas y recursos narrativos. Inmensos decorados con estilos arquitectónicos futuristas combinados con elementos reconocibles del período bíblico o medieval sirvieron de puesta en escena al film, que con lirismo y a manera de fábula social reconstruye este análisis de comportamiento.

Como en un cuento de hadas en una épica de revolución, represión y reconciliación, donde las tres partes de una sociedad (Corazón, Mente, Cuerpo) se unen en esta alegoría política en la que confluyen personajes controvertidos en medio de una tragedia familiar que aporta las cuotas de drama necesarias.

El estilo gótico caracteriza la estética del film, que sumado a los efectos especiales innovadores resulta igual de audaz en su planteo de violencia y opresión como en su mensaje moral que surge de las fantasías revolucionarias que despierta.

Influencias posteriores

La obra expresionista en la década de 1920 se basó en la premisa de que la película se convierte en arte sólo en la medida en que su imagen difiere de la realidad. Renombrados teóricos del calibre de Siegred Kracauer y Lotte Eisner se encargarían de estudiar y escribir destacados ensayos acerca de dichas influencias. Esta interpretación particular del cine como arte influiría profusamente en todo el cine negro hollywoodense de los años cuarenta (producido en parte por cineastas alemanas que se exiliaron con la llegada al poder del nazismo) y luego en algunos de los cineastas más importantes del siglo XX, incluidos Alfred Hitchcock, Werner Herzog y Tim Burton, bajo estilos bien diferenciados entre sí.

La impronta de artistas expresionistas seminales como Erich Heckel, Vasili Kandinski y Emil Nolde se prestaba perfectamente a la reinterpretación cinematográfica. Perteneciendo a uno de los períodos culturales más prevalentes y efervescentes de la época, el expresionismo habló acerca del hombre de su tiempo. Durante un período tumultuoso y difícil en la historia de Alemania, estos talentosos cineastas hicieron suyo el espíritu popular y crearon obras poderosas que han resistido la prueba del tiempo.

Caligari, Nosferatu y Metrópolis son, a su manera particular, una mirada reveladora de una sociedad en un momento tenso de la Historia, que expresa la desilusión, la desconfianza y el aislamiento experimentado por muchas personas que vivían en Alemania en ese momento. Y más aún, un oscuro presagio de peores tiempos por venir.

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