OSCARS 2018: LA CRÓNICA
UN GRAN PASO PARA EL CINE FANTÁSTICO (Y DE GÉNERO)
Cuando más predecibles y “quedabienes” parecen los académicos de la AMPAS es precisamente cuando más capacidad tienen para sorprendernos. Con el agravante de la chapuza del año pasado, esta edición se antojana allanada para que el veredicto de los premios más relevantes (a nivel mediático y comercial cuando menos) de la industria cinematográfica planetaria estuviese orientado, influenciado o acorde, como lo queráis llamar, a lo que lamentablemente ha copado la agenda mediática y social del cine estadounidense por extensión: el caso Weinstein, el movimiento #MeToo y todo el efecto dominó (tardío pero igualmente muy necesario) que ha ido acarreando. Oprah subió la apuesta en los Globos de Oro y la renuncia de Casey Affleck (acusado de acoso sexual) a entregar, como marca la tradición, el Oscar a la Mejor Actriz, no hacía más que apuntalar esa tendencia.
En este contexto, una película que tenía como premisa las secuelas de una brutal violación y se adentraba además en el doble rasero y la brutalidad policial y, en un notorio segundo plano, en la cuestión racial (#OscarsSoWhite y #BlackLivesMatter están aún muy recientes, o incluso vigentes), Tres anuncios en las afueras, adquiría uno o dos grados más de favoritismo por encima de la otra gran destacada de esta temporada de premios, La forma del agua. Pero volviendo al punto de partida de esta crónica, cuando más se espera un movimiento en una determinada dirección es cuando coge más por sorpresa un cambio de rumbo, y así ha sido.
Habrá quien se haya sentido frustrado porque sus predicciones, tan seguras, le hayan salido rana, y aquellos que hubiesen interiorizado esa tendencia arriba descrita como “lo correcto” por parte la Academia puede que se sientan decepcionados o incluso indignados. Yo, sinceramente, nada de nada. Decía al hablar de La forma del agua que Guillermo del Toro había conseguido, con el tiempo, ganarse el respeto hasta de los más escépticos y cenizos con el cine de género, y que dicha película no era sino la reafirmación y consolidación de ese respeto y prestigio. Prestigio tal que no le ha valido únicamente la (ya más esperada) estatuilla a Mejor Director (que en cuatro de las últimas cinco ediciones ha ido a parar a un cineasta mexicano… gran momento para el talento azteca), sino también la categoría reina, la de Mejor Película, igualmente merecidísima.
Lo fantástico ha tenido que aparearse con lo romántico y revestirse de clasicismo nostálgico para romper su “techo de cristal” académico particular (los once Oscar de El señor de los anillos respondían a un hecho más industrial que puramente artístico), lo cual es motivo de celebración. Y hay motivos para la esperanza de que esto no sea flor de un día sino el inicio de un “cambio de chip” a medio plazo (ya no pido de tendencia), pues al mismo tiempo vemos como un producto de terror psicológico como Déjame salir no sólo se coló entre las nominadas a la categoría reina, sino que además se llevó una de las categoría más a tener en cuenta, pese a que no siempre recibe toda la atención mediática que se merece: la de Mejor Guión Original.
Por su parte, el Guión Adaptado, uno de los apartados más reñidos y sin un claro favorito, acabó en las manos del veteranísimo James Ivory por Call me by your name, que ha conseguido como guionista lo que no pudo lograr como director hasta en tres ocasiones (y desde la última nominación habían pasado 24 años, por lo que nunca es tarde si la dicha es buena). En cuanto a los actores, Gary Oldman ha recibido por fin un reconocimiento que llevaba años mereciendo a gritos (y en todos sus años de carrera era apenas la segunda nominación que acumulaba, no llegando la primera de ellas hasta 2012), si bien es cierto que no podía haber tenido un personaje y una película más Oscar-friendly que El instante más oscuro (estatuilla también para el Maquillaje, más claro agua).
Pero si ha habido una protagonista de la noche, con permiso de Del Toro, era no fue otra que Frances McDormand, que vuelve a conquistar la categoría de Mejor Actriz más de dos décadas después de su estatuilla por Fargo. Buena parte del éxito de Tres anuncios en las afueras es por su interpretación, y ya que no han premiado a la película, ella no podía irse de vacío (aunque bien valía la ocasión un premio ex aequo con Sally Hawkins). Completan el club de la buena estrella, ambos estrenándose y además a la primera, Sam Rockwell por Tres anuncios y Allison Janney por Yo, Tonya, que ya puede poner el Oscar y el Globo de Oro en la estantería junto a sus numerosos Emmys.
Si hubo una gran derrotada en la velada, principalmente por haber partido como tercera en discordia y con un buen recorrido previo en la temporada de premios, no ha sido otra que Lady Bird, que se fue de total vacío. Blade Runner 2049 y Dunkerque se repartieron los apartados más técnicos, como cabía esperar, mientras que Agnès Varda se quedó sin Oscar por culpa del vuelo de Ícaro. La cuota étnica la puso Coco con su doblete, que junto a la victoria de la chilena Una mujer fantástica en la categoría de Habla No Inglesa, completa un gran año para la comunidad hispana en lo que a reconocimiento cinematográfico se refiere. Y un hurra por Alexandre Desplat, que tras varios años de eterno nominado sin premio, suma el segundo de su cuenta particular, ¡y bien que lo merece!
Y por supuesto, Alex nos ha vuelto a vapulear a Pedro y a mí en la quiniela de estos premios. Pero no hay reinado que cien años dure… o quizás sí.
Críticas publicadas: Blade Runner 2049, La bella y la bestia, La forma del agua, Lady Bird, Logan.
Temporada de premios
Asociación de Críticos de Chicago
Asociación de Críticos de Los Angeles
Círculo de Críticos de Nueva York
Independent Spirit (nominaciones)
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