REDEMPTION SONG – 'MANCHESTER FRENTE AL MAR', de Kenneth Lonergan

Manchester frente al mar (2016) de Kenneth LonerganMANCHESTER FRENTE AL MAR – Manchester by the Sea (2016) de Kenneth Lonergan

Frente a los grandes focos, la cuidada producción y a la rememoración de la edad dorada de Hollywood que nos regala La La Land, favoritísima de esta temporada de premios que entra en fase de ebullición, la “tapada” de esta edición se nos presenta con una sinopsis y un punto de partida cien veces trillado, propio de esos clónicos y repetitivos telefilms de sobremesa. ¿Qué aliciente ofrece entonces, con unos ingredientes tan poco atractivos a priori, la aclamada por la crítica Manchester frente al mar? Enésima instancia, por cierto, de una errática traducción del título original, ya que no estamos ante unos cineastas indies estadounidenses dándoselas de modernos y yéndose a rodar a Inglaterra, sino que Manchester-by-the-Sea es, efectivamente, el nombre de una población real del Estado de Massachussets, en el que tiene lugar el relato.

Manchester frente al mar (2016) de Kenneth LonerganSe afirma tantas veces que todas las historias, el “qué”, están ya contadas, y que la diferencia la puede marcar únicamente el enfoque, el “cómo”. Por ahí empiezan a ir los tiros. Una secuencia aparentemente inconexa a modo de prólogo, un protagonista agrio, impasible y con tintes sociópatas, y una trágica noticia, repentina, que sirve de catalizador del relato. Las claves quedan ya expuestas, por tanto, en los primeros compases. Desde un presente gris y mezquino se nos van mostrando progresivamente retazos del oscuro e infausto pasado que condujo a la situación inicial y que nos permiten comprender por lo que ha pasado y sigue pasando el protagonista, centro de la acción.

Manchester frente al mar (2016) de Kenneth LonerganEs más, a medida que el relato avanza y nos va revelando sus claves (especialmente mediante el uso de flashbacks, que se nos introducen bajo simples cortes, huyendo de cualquier grandilocuencia o efectismo, y así obligándonos a estrujar un poco el cerebro en sus primeras muestras para ordenar el relato en nuestra cabeza), podemos comprobar que ese catalizador trágico que marca la dirección del presente de la trama opera de algún modo como macguffin, ya que el auténtico núcleo argumental es la canción de redención de ese avinagrado protagonista, con la ocasión de esa situación sobrevenida, de esa “paternidad a la fuerza” para la que parece de todo menos apropiado, de cara a poder cerrar cuentas con su pasado. El drama se construye, muy paso a paso y sin grandes saltos, precisamente a través de la deconstrucción del dolor del personaje central, que altera la linealidad narrativa de modo nada novedoso pero sí muy logrado, convirtiendo así la aséptica materia prima de telefilm en una de las películas de la temporada.

El único pero, porque hay que decirlo, es el poco sabor de boca que deja la última aparición del personaje de Michelle Williams (que está recibiendo por este papel una sarta de premios y nominaciones a mi juicio excesivas), para la cual nos “preparan” y nos crean expectación durante todo el metraje para que al final, realmente, no sea para tanto. Por el resto, poca queja: un pletórico Casey Affleck, contenido pero con mucho carácter (premiado en Gijón y favorito al Oscar con permiso de Ryan Gosling), una selección y utilización de música no diegética muy acertada (ay, ese Adagio de Albinoni) y, en definitiva, un guión muy bien elaborado y muy logrado en todos sus aspectos.

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