FOTOGRAMAS: LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS (LA LA LAND) de Damien Chazelle (2016)

La ciudad de las estrellas (La La Land) de Damien Chazelle (2016)Nadie puede saber con exactitud qué pasará la madrugada del próximo domingo 26 en el Dolby Theatre de Hollywood, cuál de las nueve nominadas al Oscar a la Mejor Película tocará finalmente la gloria (y los “dinerillos” de una carrera prolongada en salas, el verdadero objetivo de los que mueven los hilos de todo esto). Lo que sí parece más evidente y predecible es que La La Land copará el palmarés en cuanto a las categorías llamadas “técnicas” (que por tal condición no dejan en absoluto de ser también artísticas y fundamentales en la expresividad de una película). Las dudas se antojan aún más exiguas para con el apartado más reluciente (nunca mejor dicho) de todos ellos: la dirección de fotografía.

La ciudad de las estrellas (La La Land) de Damien Chazelle (2016)No cabe duda de que la relevancia del “genio de la lámpara” en el conjunto de una pieza audiovisual es directamente proporcional a lo ambiciosa y cuidada que sea su despliegue visual y su puesta en escena, y desde luego la de Damien Chazelle no es moco de pavo: más allá del formato apaisado recreando el Cinemascope de la edad de oro del género y los números musicales grabados en una toma, que ya es una apuesta alta, o las inmensas secuencias oníricas, especialmente la final, la luminosidad marca la pauta y el ritmo de la evolución argumental y emocional de la película, en perfecta armonía con el guión. Chazelle y su director de fotografía, el sueco Linus Sandgren, se visten de Vivaldi y componen una suerte de sinfonía visual, paralela a la musical, en estaciones que tienen poco de atmosférico y mucho de anímico.

La ciudad de las estrellas (La La Land) de Damien Chazelle (2016)Sandgren saltó a la escena internacional, tras más de una década curtiéndose en la televisión y el cortometraje en su Suecia natal, cuando Gus van Sant lo fichó para su Tierra prometida, rodada en Super 35. A continuación fue David O. Russell quien contrató sus servicios para La gran estafa americana y Joy. Y entonces se cruzó en su camino Chazelle, que al menos para la música repite siempre con el mismo, y le ofreció el proyecto de su carrera. El desafío acabó en una pieza redonda, en lo que al aspecto visual se refiere, y con todas las papeletas para llevarse el Oscar correspondiente. De momento acumula reconocimientos de asociaciones de críticos por toda la geografía estadounidense.

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