ANIMAL VARADO - 'LEVIATÁN', de Andrei Zvyagintsev

Leviatán (2014) de Andrei ZvyagintsevLEVIATÁN – Leviafan (2014) de Andrei Zvyagintsev

Hace unas pocas semanas la prensa española se hacía eco de las críticas que Leviatán, la última película de Andrei Zvyagintsev, estaba recibiendo dentro su país debido a su supuesta posición antirusa. Se le acusaba de buscar interesadamente el beneplácito de la crítica occidental, dentro del contexto de polarización de opiniones provocado por el conflicto en Ucrania, de cara a la temporada internacional de premios. Lo cierto es que, pese a rechazar completamente las razones que esgrimen los medios rusos, hay que reconocer que existe algo de verdad en sus críticas: en Leviatán, Zvyagintsev deja de lado el sello íntimo de sus anteriores proyectos para construir una película total que recoja el estado de ánimo y la realidad de la Rusia contemporánea y, por el camino, arrase en el mayor número de festivales.

Leviatán (2014) de Andrei ZvyagintsevEsa ambición se nota y lastra un proyecto en el cual cada fotograma parece forzado, demasiado deseoso de mostrar metafóricamente el discurso de su director. Una ambición que ya reflejaron los mentideros de la crítica de Cannes al sacar a la luz la tremenda e inesperada decepción que supuso para Zvyagintsev ganar "únicamente" el Premio al Mejor Guión. 2015 parece haber empezado mejor para la carrera de la película, que ha conquistado el premio a la Mejor Película Extranjera en la reciente gala de los Globos de Oro. Allí derrotó a Ida, la gran favorita, circunstancia que, sumada a la escalada de la tensión en Ucrania, la ha colocado de nuevo en primera línea para los Oscar.

¿Pero qué encontramos en Leviatán más allá de la polémica? La crónica crepuscular de una Rusia decadente, un animal moribundo a causa de una oligarquía corrupta, que resume sus principios en el clientelismo, el afán de lucro y la hipocresía moral. Pero, según el retrato de Zvyagintsev, la podredumbre no se queda ahí: se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, ya sea a la familia, el Estado o la Iglesia. Incluso el protagonista de la película, ese trabajador interpretado por Vladimir Vdovichenkov, al que el cacique local quiere dejar sin casa, queda retratado como un patán violento, borracho, infiel y autodestructivo.

Leviatán (2014) de Andrei ZvyagintsevPero todos sabemos que no se puede hacer una buena película únicamente a base de espíritu crítico. En anteriores proyectos del cineasta, el resultado final siempre ganaba enteros gracias el calado emocional o la bella factura técnica, ya por los recargados encuadres o a la sinceridad de la relación entre un padre y sus dos hermanos en El regreso, o gracias a la humanidad de la protagonista principal dentro del fresco de época, como en Elena. Y es que hacer un retrato de época al estilo de Tolstói o Grossman no es nada fácil y al faltar naturalidad y fuerza el conjunto va, salvo en contadas excepciones, a la deriva. Sólo se puede destacar una secuencia, la que recoge el viaje de la familia, su abogado y un grupo de amigos a una zona alejada de la ciudad. En ella sí que se refleja de forma natural y directa toda la tensión y conflictos acumulados por los personajes, con enormes consecuencias en la segunda parte de la película.

En definitiva, Leviatán se parece mucho más de lo que hubiese sido deseable a esa Rusia que el director compara con una animal marino varado en una playa. Algo que podía haber sido grande pero que en algún momento quedó atascado, perdido y finalmente muerto por su excesiva ambición.

Ficha técnica

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