CISNE BLANCO - 'MI OTRO YO', de Isabel Coixet

Mi otro yo (2013) de Isabel CoixetMI OTRO YO - Another me (2013) de Isabel Coixet

Evil twins. Doppelgängers. Gemelos malvados, versiones malignas de nosotros mismos, bilocaciones sobrenaturales. Es un tema que en el cine ha sido abordado con mayor o menor fortuna en centenares de ocasiones.  También en televisión, con Twin Peaks como máximo exponente. Y, ahora, Isabel Coixet se apunta al juego de los dobles perversos. De entrada resulta, como mínimo, curioso y prometedor. ¿Qué puede hacer la directora de Mi vida sin mí con un tema con éste? ¿Será capaz de sacarse de encima la fama que algunos le atribuyen de dirigir anuncios de compresas lacrimógenos? La respuesta es sí. Y no.

Mi otro yo (2013) de Isabel CoixetComo si la propia directora quisiera participar del juego, se convierte en la doppelgänger de Aronofsky y nos presenta una película que es como la versión mala (que no malvada) del Cisne negro. No porque Coixet no domine las claves del género, sino, tal vez, porque se limita a eso, a encadenar uno detrás de otro los truquitos y artimañas de las películas de terror. No hay nada original en la propuesta, ni una vuelta de tuerca mínimamente novedosa que justifique la película. Coixet se muestra muy segura en la dirección y sin duda, insisto, conoce los códigos y el lenguaje que requiere la película. Pero en su diseño milimétrico se ha olvidado incluir precisamente lo que, para bien o para mal, ha hecho popular su cine: el corazón, el sentimiento.

Como en la película de Aronofsky, en Mi otro yo la joven protagonista consigue el papel principal en una obra (si en aquella ocasión era El lago de los cisnes, esta vez es Macbeth) y ya desde los primeros ensayos sufre el acoso de su sustituta, aunque sólo para acabar descubriendo que su mayor enemigo es ella misma (o su otra ella). El parecido entre ambas películas es evidente, aunque esto no tiene por qué ser necesariamente algo negativo, al fin y al cabo se cree que todo ha sido contado aunque no de todos los modos posibles. El verdadero problema aquí, y es donde la película de Coixet sale vapuleada en la comparación, es que el Cisne negro era puro nervio y Mi otro yo es una obra fría y desalmada.

Mi otro yo (2013) de Isabel CoixetLos actores se desenvuelven aceptablemente bien, con una esforzada Sophie Turner (la famosa Sansa Stark de Juego de tronos) a la cabeza. La dirección es firme. La fotografía está bien cuidada y ayuda a obtener una atmósfera paranoica. ¿Qué falla entonces? ¡El guión! La historia es bastante normalita, tirando a mala. Nos da la impresión de haberla visto antes y mejor. Y, para colmo, se nos ofrece un final precipitado en el que no nos enteramos de casi nada. Hay un montón de escenas que se repiten hasta el aburrimiento y, justamente al final, cuando llega la que el espectador lleva esperando desde el inicio, se nos hace un corte brutal y se opta por una confusa elipsis que nos priva justamente de aquello que esperábamos ver.

Hay que ofrecer más. Isabel Coixet no puede entregar esta película a la productora sin que se le caiga la cara de vergüenza. No porque sea mala, sino porque si ella empieza a conformarse, el cine español pierde a una de sus voces más personales y reconocibles. Isabel, tu cine anterior tenía detractores y admiradores. Mi otro yo sólo puede tener detractores.

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