BREAKING AIDS - 'DALLAS BUYERS CLUB', de Jean-Marc Vallée

 Dallas Buyers Club (2013) de Jean-Marc ValléeDALLAS BUYERS CLUB (2013) de Jean-Marc Vallée

Analizando el reflejo que ha hecho del SIDA el cine de industria (el cual llegó muy tarde al problema, un gran tabú social hasta que no quedó remedio convertirlo en prioritario, pese a que les explotó en sus mismas narices con la muerte de Rock Hudson), nos damos cuenta de cómo mutan los modelos de representación en el medio fílmico.

 Dallas Buyers Club (2013) de Jean-Marc ValléeAsociado a la promiscuidad homosexual y a la drogadicción por los sectores más conservadores y reaccionarios, lo que al mismo tiempo servía a los poderes fácticos para lavarse las manos ante el problema y no hacerle frente, Jonathan Demme y Tom Hanks consiguieron dignificar a principios de los noventa la figura del enfermo en Philadelphia, presentándonos a un seropositivo efectivamente homosexual, pero bien situado social y profesionalmente, con una vida familiar y sentimental muy alejada de esa imagen de promiscuidad desbocada, a la vez que atacaba a los prejuicios de la sociedad, entonces muy vigentes, con respecto a los "infectados", a través de un hábil uso del género judicial (al que recurre eventualmente Dallas Buyers Club) donde el papel de Denzel Washington como homófobo evolucionado a tolerante juega un rol clave.

 Dallas Buyers Club (2013) de Jean-Marc ValléeAhora toca darle otra vuelta de tortilla, refrescando de paso el problema, aún muy severo pese a los avances, mostrándonos a un seropositivo, Ron Woodford, caso real documentado, en la antítesis del perfil "tradicional" del contagiado por VIH: macho alfa tejano, amante de los rodeos, homófobo,... pero igualmente bebedor, cocainómano y putero. En esta ocasión es el propio "infectado" el que tiene que aprender a convivir con un mundo que le es nuevo, ya sea por convicción o porque no le queda otra. Es aquí donde resulta fundamental la irrupción del transexual, también seropositivo y toxicómano, interpretado de manera muy destacada y eficaz por Jared Leto (ahora cuesta explicarse por qué el cine no aprovechó antes su aspecto andrógino): en él se encuentra la réplica idónea al protagonista, la otra cara de la moneda en cuanto al perfil del enfermo de SIDA, la más cercana al tópico anteriormente expuesto; en su relación queda patente la evolución moral de Woodford, que conserva su estilismo redneck de sombrero de cowboy y bigote pero comprende lo necesario del respeto y la empatía con lo diferente, a través de la mayor de las adversidades.

Pero lo que da realmente empaque y dimensión a este acercamiento al problema es su propia forma, que huye de convertirse en un facilón melodrama lastimoso y moralista, que hace la sabia elección de no mostrar el momento de la muerte de su protagonista, para ofrecernos, en un píldora reducida y compacta, una trayectoria similar a la que en televisión recorrieron dos de los personajes más carismáticos del siglo XXI: Nancy Botwin (Weeds) y Walter White (Breaking bad). Con la importante diferencia de la empatía directa y necesaria del vendedor con su producto, pero también, y especialmente, de la utilidad social, a posteriori solidario y finalmente revolucionaria, en el mejor sentido del término, de sus acciones, desafiantes de la ley, ley que se nos demuestra en el propio relato como fallida y contraproducente en ciertas situaciones de severa relevancia.

 Dallas Buyers Club (2013) de Jean-Marc ValléePorque el objetivo de meternos dentro de la piel de un seropositivo ya está cumplido en el primer acto de la película, gracias sobre todo a la progresiva degeneración física y mental transmitida por el enorme Matthew McConaughey, en ascensión meteórica en los últimos años. El relato va más allá y con ese segundo nivel temático consigue denunciar clara y explícitamente la inoperancia, avaricia y corrupción al respecto de las instituciones médicas y sanitarias (sobre todo la Food and Drugs Administration) y la industrias farmacéuticas, en perfecta simbiosis en estos términos. Y al mismo tiempo, una capa argumental de corte relacional nos demuestra no sólo lo que una enfermedad tan severa puede llegar a cambiar a una persona en lo negativo, sino también en lo positivo, gracias al sentimiento de solidaridad mutua que germina entre sus afectados.

El realizador quebequés Jean-Marc Vallée, en su película más aclamada hasta la fecha, deja el peso de la misma en el soberbio trabajo de los actores, especialmente en un McConaughey de estricto y radical método. Pero tampoco renuncia a dejar marcas de su estilo, sobre todo en su uso de congelaciones de imagen y efectos de sonido y en sus notables transiciones, fundamentales para las numerosas elipsis que un relato de este tipo necesita, así como la bellísima escena de las mariposas. Marcas que recuerdan a la frescura estilística de la producción que lo dio a conocer a la escena internacional, la dramedia familiar C.R.A.Z.Y..

Por otra parte, si bien la gloria derivada de Dallas Buyers Club va a recaer de manera íntegra en McConaughey y Leto, la verdadera alma de este proyecto, el responsable de que haya sido llevado a cabo y el que más alegre tiene que estar de su exitoso acabado es su guionista Craig Borten, que entrevistó al Ron Woodford real poco antes de su muerte, en 1992, tras haber conocido su historia en un periódico local. Desde entonces no cesó en su empeño de llevarla a cabo, pese a las numerosas reescrituras de guión y los pitching finalmente fallidos. Sin embargo, como con el protagonista de su historia, quien la sigue la consigue, y lo bueno se hizo esperar, pero llegó y besó el santo.

Ficha técnica

2 comentarios en «BREAKING AIDS - 'DALLAS BUYERS CLUB', de Jean-Marc Vallée»

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