DE MOODY A DRAPER Y TIRO PORQUE ME TOCA

Vaya una coincidencia que estos dos protagonistas, probablemente los personajes masculinos más interesantes y apasionantes de la televisión contemporánea, se solapen en el tiempo de manera que uno despida por 2013 mientras que otro regresa (ambas, casualmente, con su sexta temporada) en la estación en la que la sangre altera. Y a la postre, dándole a este opinólogo, ferviente y confeso seguidor de ambos, la oportunidad para hablar de ellos en un mismo artículo. Porque... ¿acaso no es Hank Moody la versión trasnochada, resacosa y explícita de Don Draper, pasando en el intervalo de tiempo (y espacio) que los separa por el filtro de (dándose por descontado el sexo) las drogas y el rock & roll (que en Mad Men ya llevan algún tiempo asomando la patita), en un escenario tan idóneo para ello como la industria del entretenimiento de la siempre cálida California?

Californication: ¿la última prueba?

Si la quinta fue su temporada más “cinematográfica”, y por ende, más desenfrenada en sus exageraciones, este año ha tocado la vertiente más puramente rockera (épico cameo de Marilyn Manson como prueba fehaciente), y en consecuencia, la más descaradamente blasfema... como no podía ser de otra manera. Pero los verdaderos tiros van más bien por otra dirección, por una creencia compartida por no pocos seguidores de esta serie y a la que yo siempre no sólo me he adscrito, sino que además he tratado de amplificarla lo más que pudiese a cada ocasión posible: tras semejante festival de promiscuidad sexual, simple, múltiple y combinada, Californication esconde un auténtico canto a la monogamia y al amor verdadero. Con Charlie y Marcy, “la otra” pareja del relato, siempre resultó algo más obvio, pero tras el descarnado y revelador final del 6x09, en la playa, sonando de fondo un cover acústico de Nothing else matters, no nos debe dejar ya lugar a dudas a este respecto.

De alguna manera, Moody sigue una trayectoria inversa a la de Ted Mosby, el romántico desencantado del siglo XXI por excelencia. Mientras que el de lleva ocho temporadas en una continua espiral de ensayo y error como una gran prueba para conocer a la futura madre de sus hijos (algo que sabemos que sí acabará ocurriendo desde el primerísimo “Chicos...” de la serie, en su minuto cero), Moody ya hace tiempo que conoce a la mujer de su vida y su ensayo/error son precisamente las continuas intentonas fallidas por estar con ella hasta la eternidad... todas las demás, cada cual más o menos constructiva, son puras distracciones, auténticas escapatorias ante el perenne miedo a un nuevo fracaso en tal misión. En ese sentido, esta temporada sí que ha supuesto un punto de inflexión (y una más que probable indicación a finiquitar la serie el próximo año), puesto que por primera vez ha habido una tercera en discordia consistente en la vida de Moody, una mujer que le haría dudar a la hora de acometer los pocos intentos que ya le quedan para lanzarse a por Karen para siempre. Pero no fue suficiente, y ahora parece que sí irá la vencida, ¿o no? Si a eso le sumamos algo tan trascendental como es la ausencia de Becca, su obligado punto de unión, por un periodo indefinido, creo que ya llega el momento de entonar el “ahora o nunca”. ¿Habrá superado la prueba?

Mad men: el “gatopardo” Draper

La gran lección de vida (y de política) que nos dejó la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, El gatopardo, así como su mayúscula adaptación al cine de la mano del maestro Visconti, con un Burt Lancaster para la historia, se encierra en ese cada vez más recurrente dicho de que “algo tendrá que cambiar para que nada cambie y todo siga exactamente como está”. Pues así es, en perspectiva, la línea argumental de Draper a lo largo de la quinta temporada, en la que empezó completamente revitalizado y jovial con un nuevo matrimonio, pero en el que el desarrollo de los acontecimientos lo acabó llevando al punto donde estaba desde que lo conocimos, hace ya seis años. En una espiral de soledad, desencanto, alcoholismo e infidelidad (qué curioso lo parecida que suena esta palabra a otra, muy relacionada, como es infelicidad),... como bien expresaba la ultimísima línea de diálogo de la pasada hornada, viniendo del fuera de campo: “¿estás solo?”, mientras el hilo musical rezaba que “sólo se vive dos veces” con la majestuosa voz de Nancy Sinatra. Mientras tanto, Peggy se ha pasado finalmente a la competencia, Betty va conociendo esa otra cara de la sociedad que la publicidad no muestra, como prueba ante un desafío como es la incipiente adolescencia de Sally, . Un año más, iré comentando los episodios semana a semana en TodoSeries, web de referencia en castellano sobre ficción televisiva. Y naturalmente, allí tenéis publicado un examen algo más extendido de este season premiere de doble duración.

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