CARTA ABIERTA DE UN ADMIRADOR RECONCILIADO – 'DJANGO DESENCADENADO', de Quentin Tarantino

DJANGO DESENCADENADO – Django Unchained (2012) de Quentin Tarantino

Querido Quentin:

Sé que quedé decepcionado contigo tras ver Malditos bastardos, ante la que me habías hecho crearme expectativas muy altas, a cuya altura no estuvo. Tu primera y radical incursión en el relato épico (si no se tienen en cuenta las resonancias sureñas de Kill Bill) pecó de excesivamente alargada, lo que dañó de manera considerable el ritmo y la fluidez que se necesitan en un metraje denso y que se esperan de un narrador cinco estrellas como tú. Por ello me enfrenté con cierto escepticismo a tu esperadísimo estreno en el Western, con maýusculas, y al final de casi tres horas de película, la sensación que me queda es que has aprendido de tus errores y has recogido lo mejor de tus cosechas pasadas. Así sí, Quentin. Los códigos del género, con el que coqueteaste más de una vez pero todavía no habías convertido en marco principal de un relato tuyo, así como la premisa temática, controvertida, cómo no, que empleas como hilo semántico, la esclavitud decimonónica, pertenecen al imaginario estadounidense más genuino, aquel del cual su propia cinematografía se envolvió para dejar claras sus raíces.

La excusa de trasfondo significativo y moral está, afortundamente, más digerida, y no se vuelve tan susceptible de levantar ampollas (distrayendo del discurso principal del relato, algo desaconsejable por completo) como sí le ocurría al cauce temático de los Bastardos. Probablemente al igual que tú, me aburre ese tabú hipócrita de no bromear, parodiar o satirizar lances históricos terribles, máxime cuando ya ha pasado el tiempo suficiente, pero son ellos quienes tienen la sartén por el mango, y tanto el nazismo como el holocausto son una perita en dulce para el sensacionalismo y la propaganda más asquerosas, lo que todavía lo convierte en un debate excesiva e interesandamente manido en la actualidad, o lo que es lo mismo, una camisa de once varas para quien se meta en su terreno sin seguir su discurso. Con esta nueva configuración de componentes narrativos, has aprovechado un contexto espacial, histórico, visual e emocional idóneo para desarrollar una de esas historias que tanto te gustan (y por las que llevas reclutando un ejército de seguidores desde tu milagrosa irrupción en el mundo del cine, hace ya dos décadas). Has dado con un marco ideal y verdaderamente apropiado para tu cine, para tu discurso de autor, transgresor de las normas y transformador de los códigos... porque sería más que maníqueo reducirlo a la categoría de homenaje.

De nuevo nos presentas una historia de venganza, pero transcendida a un nivel superior. Ahora no se trata simplemente de una venganza individual y anónima, de la clásica vendetta con la que hilvaneste el díptico de Kill Bill. Ni tampoco de esa torpe revancha en la sombra de una víctima contra un movimiento entero en Malditos bastardos, sino de algo mucho más complejo. Nos has traído una auténtica figura de vengador, de su causa personal (motivación principal del argumento) pero también de su causa étnica y social: he aquí la dimensión épica de tu denso pero cautivador relato. Nos ilustras, en los compases finales, la transfiguración de Django, esclavo desterrado y maltratado como un perro, en el héroe libertador que requería la cuestión afroamericana en los años más encarnizados de la era pre-abolicionista (vaya una coincidencia que tengas que convivir en las salas con Spielberg y su versión de Lincoln), a través de un magistral uso de la imagen, con una admirable economía de recursos. Un viaje del héroe, en todos los sentidos, que no sería posible sin el catalizador de la trama, el motor de la narración hasta bien llegados al tercer acto, a la vez que la primeira instancia auténtica en tu cine del mentor benigno (por contraposición a ese mentor maligno que daba título a tu película en dos entregas, el objetivo principal y definitivo de su otrora discípula, la Mamba Negra), un inconmensurable Christoph Waltz, probablemente el mejor descubrimiento interpretativo de los últimos anos,... y que nos descubriste tú.

Me atrevo incluso a aventurar que vas a crear escuela, unha vez máis, con esta película. Desde las excentricidades tan típicamente tuyas como el dentista cazarrecompensas alemán en su marciana diligencia (los idiomas extranjeros van camino de convertirse en una constante cómica de tu cine, una píldora autorreferencial equivalente al “austrohúngaro” de Berlanga), hasta largos e intensos tiroteos, sin tregua, que beben de la influencia de Sam Peckinpah para llevarla casi a la categoría de gore, en la que los propios muertos (o moribundos) son los mejores escudos,... una genialidad compositiva de tal calibre que no me explico como la prensa extranjera de decidió premiar como guionista y no como director. Además, por si fuera poco, nos brindas hilarantes secuencias humorísticas, dignas de la mejor tradición de la parodia y la sátira cinematográicas, como la que protagoniza esa especie de Ku Klux Klan de pacotilla. Y de guinda, secundarios de excepción (enorme Samuel L. Jackson en su papel de viejo sirviente, cabroncete y colaboracionista, o el DiCaprio más jodidamente excéntrico en años) y cameos de lujo, como tus habituales Michael Parks o Tom Savini, el legendario Franco Nero (el Django original, precisamente) o incluso tú mismo, que no te pudiste resistir. Has inaugurado el neo-spaghetti-western, y agradecemos al mundo que hayas vuelto a encontrar la tecla para la mejor expresión de tu inigualable estilo. Espero que, de ahora en adelante, mis impresiones después de ver una película tuya vaya en esta misma dirección.

Firmado: un admirador reconciliado.

Ficha técnica

6 comentarios en «CARTA ABIERTA DE UN ADMIRADOR RECONCILIADO – 'DJANGO DESENCADENADO', de Quentin Tarantino»

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