ESPEJITOS MENTIROSOS Y MANZANAS PODRIDAS - 'BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR', de Rupert Sanders

BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR - Snow White and the Huntsman (2012) de Rupert Sanders

Sinceramente no entiendo qué ha ocurrido para que las heroínas de hoy no sean más que las migajas de las de antaño. Ahora mismo cuesta creer que en los sesenta los cuerpos esculturales de Jane Fonda o Raquel Welch fueran los arquetipos de unas mujeres guerreras (exuberantes) y profundamente poderosas, pero cuesta mucho más pensar que en los ochenta las curvas dejaban paso a los músculos de la Teniente Ripley o a los bíceps de Linda Hamilton (féminas de armás tomar a las que cualquier hombre querría tener cerca para sentirse mucho más seguro). A principios del nuevo siglo las cosas desgraciadamente han cambiado demásiado, y el carisma de una auténtica heroína a pasado a mejor vida: ya no basta con un cuerpo bonito ni con una inteligencia extrema, ahora hay que ser ligera e interesante, extremadamente delgada (Mia Wasikowska o Keira Knightley), comprometida, y simplemente “mujer” (educadas y finas incluso empuñando una espada de 4 kg de peso).

No voy a detenerme más de lo necesario en subrayar todo el daño que la saga Crepúsculo ha hecho a las nuevas generaciones femeninas, sintiéndose identificadas con uno de los personajes más débiles y aburridos de la literatura moderna: esa sosainas de Bella, una emo con espasmódicos aires de cuerpo sin alma. Con ella, y la famélica interpretación de Kristen Stewart, el cine juvenil de corte fantástico parece haber llegado a besar el suelo de la mediocridad y la desidia.

El éxito de las novelas de Stephenie Meyer y sus adaptaciones cinematográficas han potenciado el curso de esa nueva adolescente perdida en tierra de nadie y con el único deseo de suspirar por el chico de sus sueños. Stewart tendrá que correr mucho para separarse de la carcasa de Bella, puesto que viendo esta horrenda nueva reinterpretación del cuento de Blancanieves, a un servidor lo que le viene a la vista es una continuidad de esa misma joven inerte (con cara de susto permanente) que llevamos sufriendo desde el primer momento que la californiana fuera elegida para convertirse en la representación del estereotipo actual de heroína para las másas adolescentes.

Blancanieves y la leyenda del cazador sufre de la horrible interpretación de una cada día más caricaturizable Stewart, pero principalmente padece de algunos de los tics más peligrosos de toda la reciente épica de andar por casa y del vacío visual de la timorata fantasía de este siglo XXI. La opera prima del debutante Rupert Sanders (uno de tantos) es uno de los espectáculos más impersonales, atrofiados y ruinosos de los últimos años. Sin el menor apego por los cuentos clásicos de los hermanos Grimm ni por las leyendas de corte fantástico, la Blancanieves que nos ocupa tortura sin piedad al espectador ávido de aventuras con una historia plagada de clichés mal cocidos y un preocupante desorden narrativo que se acrecenta todavía más si cabe en una falta de ritmo absoluta, impropia para un producto de tales características. Sanders cree ser Peter Jackson (insuflando aires tolkienianos a la mayor parte de las escenas), soñando despierto con una peligrosísima y para nada cauta apropiación de lo que hicieron otros (escenas calcadas a otros títulos de estilo similar), y una defectuosa tendencia a rodar como si de un anuncio de colonia se tratara (las escenas en el bosque - ¿una parodia de La princesa Mononoke? - son ridículas e involuntariamente cómicas), cayendo, no una, sino muchas veces en el sopor de la estupidez.

La leyenda del cazador rivalizaría muy de cerca con fiascos del tipo Dragones y mazmorras o Eragon por el titulo de peor película fantástico juvenil de la historia, pero seguramente acabaría por pasarlas en cuanto a sus mayores pretensiones y escaso sentido del humor. Y es que ni por oscurecer el cuento y darle prioridad a una bellísima y malvada Charlize Theron (desaprovechada vilmente en detrimento de la irritante Stewart), Sanders justifica su hecatombe: un peligrosísimo pastiche hecho con los descartes épicos de cualquier blockbuster de segunda fila.

Si nos miráramos en un espejo mágico solo desearía que este no fuera tan mentiroso como el que tiene la madrastra, pues nadie con el mínimo sentido de la estética podría creerse que la lela de Stewart pudiera superar en belleza a la hermosa Charlize Theron. Sin lugar a dudas, un espejo deformante que miente sin piedad a su ama para que nosotros nos comamos una manzana podrida que seguramente, y para colmo de los males, recaude el suficiente dinero como para que en breve tengamos que sufrir una segunda parte de esta Blancanieves acojonantemente tosca y aburrida.

Ficha técnica

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