II FESTIVAL DE SERIES DE MADRID: Homenaje a ‘PERDIDOS’ (LOST) – Coloquio con JACK BENDER y NESTOR CARBONELL

EL ¿ÚLTIMO? ADIÓS

Aunque se haya repetido por activa y por pasiva hasta la extenuación, resulta imposible olvidarse de ello. El debate sobre Perdidos, su legado, sus seis temporadas, su controvertido final (hace casi ya medio año) y su importancia en la historia de la ficción televisiva, seguirá activo durante mucho tiempo en todo el universo teléfilo. Tanto es así, que, como ya adelantamos, el Festival de Series de Madrid, en su 2º edición, decidió arrancar anteayer de la mejor manera posible, con un homenaje a la que para muchos es la serie de su vida, de difícil reemplazo.

Al margen de las dos clases magistrales de Carlton Cuse, la semana pasada, los asistentes al evento de homenaje, para cuya asistencia, gratuita, se formaron grandes colas, cambiaron varias veces hasta el final. De la inicialmente prevista asistencia de Damon Lindelof, co-creador, showrunner y “cerebro” de la serie desde el principio, se pasó, una semana antes, a la presencia de Jack Bender, productor ejecutivo y director más recurrente, y Naveen Andrews, alter ego de Sayid, que fue sustituido, a ultimísima hora y por razones de enfermedad, por Nestor Carbonell, el rostro del misterioso Richard Alpert.

Antes del homenaje previsto para la tarde, con la proyección de un importante extra de los DVDs (que aprovecharon para promocionar, ya que saldrán a la venta el próximo 3 de noviembre) y con un coloquio moderado por Toni García, de El País, los acreditados tuvimos el privilegio de asistir, por la mañana, a un encuentro con los dos invitados, organizado por Fox, en el que pudimos formularles varias preguntas. Abrió el hielo Marina Such (El diario de Mr. MacGuffin), con una de las cuestiones más esperadas (y peliagudas): el progresivo cambio de parecer con el tiempo, hacia mejor, de la audiencia con respecto a un final que inicialmente había creado mucha confusión, y decepción.

Respondió primero Bender, que antes de nada se mostró orgulloso de estar en “la tierra de Almodóvar y Buñuel”. Él sí esperaba esa desilusión inicial, debido a esa supuesta falta de respuestas. Pero como él bien dijo, no se trataba de una gran conspiración de la CIA, ni un experimento del gobierno, ni nada por el estilo. El meollo de la serie, “la novela”, como así lo definió, estaba constituida por los personajes; el Monstruo estaba tanto fuera (el Humo Negro) como dentro de los personajes. Así que optaron por respuestas más filosóficas, grandes respuestas en lugar de la solución a detalles y otros elementos que, al fin y al cabo, eran más secundarios. Considera que esa solución fue más satisfactoria que cualquier otra, y aprovechó para referirse a otro sonado final, la de Los Soprano (serie en la que Bender también dirigió varios capítulos, aunque no la finale), una resolución asimismo muy controvertida pero la mejor que podría haber tenido después de todo. Carbonell afirma que tuvo esa misma experiencia al principio, cuando lo vio, ya que él no ostentó el guión completo, sólo su parte. Pero que finalmente quedó muy satisfecho cuando la resolución fue por los derroteros de la historia de los personajes.

Luego fue aquí un servidor quien alzó la mano, para preguntarle a Bender acerca del excelente acompañamiento musical de Michael Giacchino, y si él ya lo imaginaba en su mente cada vez que grababa un plano. La contestación fue un no bastante decidido, que enseguida argumentó con la bifurcación en dos bloques del trabajo creativo de la serie. Por un lado, en Hawaii, Jack Bender coordinaba al reparto y todo el equipo técnico, mientras las ideas y las decisiones acerca del guión y la historia las tomaba el team Darlton (Lindelof & Cuse) en Los Angeles, y allí mismo iban a parar los brutos, donde pasaban por el arduo proceso de postproducción y donde Giacchino le imprimía el toque maestro de sus partituras. Bender estaba centrado en el rodaje, y no estaba presente en la postproducción. No pensaba en la música, la disfrutaba a posteriori, como cualquiera de nosotros. Ya había trabajado con el compositor durante su etapa en Alias, en la que ya se dio cuenta de que sus partituras lograban llevar la serie a otro nivel. Carbonell no pudo evitar añadir su comentario, afirmando que su música es tan instrumental que funcionaba como otro personaje, como el decimocuarto lostie, y que no se imagina Perdidos sin Giacchino de ninguna manera. Claro que no.

A continuación, Antonio González, de Público, incidió en la manida posibilidad de spin-off, sobre la que nadie ha querido soltar prenda hasta ahora, y preguntó sobre nuevos proyectos. Bender tenía su coartada, y es que no puede decir no a lo que no sabe y, según se podía entender entre líneas, tampoco le incumbe. Como los personajes en la finale, todos (guionistas, director, actores) han pasado página, han seguido adelante, y por lo menos por parte de ambos (Bender y Carbonell) no tienen planes al respecto. En cuanto a los próximos proyectos, Bender seguirá con su carrera paralela de pintor mientras trabaja en un piloto para SyFy y en la próxima película de Jack Ryan, que contará con Chris Pine como el celebérrimo agente creado por Tom Clancy, y cuyo rodaje empezará en Europa el próximo mes de abril.

Un enviado de Intereconomia lanzó otra de las consultas más recurrentes (no, no le preguntó si el Humo Negro representaba la perdición del gobierno socialista, no), y es aquella tan manida de en qué momento decidieron el final. Bender volvió a explicar que él y su equipo esperaban en Hawaii las noticias y las órdenes desde Los Angeles, y que realmente eran Lindelof y Cuse los que decidieron. Pero Bender, campechano como él solo, no vaciló en afirmar algo que, por otra parte, resulta bastante obvio: ya tenían más que decidido que el ultimísimo plano sería el que finalmente fue, es decir, Jack Shepard cerrando el ojo, aunque, eso sí, descartaron siempre la idea del “gran flashback”. Lo mejor de todo es que usó una graciosa y (creo que) inédita anécdota para explicar cómo supo por dónde iban a ir los tiros. En el verano de 2009, el anterior a la sexta y última temporada, Bender y Lindelof se encontraban en Londres. El guionista ya le había contado al director las bases, las principales directrices, pero no soltó prenda alguna acerca de los detalles. Entonces, mientras discutían por la calle acerca del arco de John Locke para el último volumen, se encuentran de repente con un letrero que rezaba Walkabout. ¿Os suena? Sí, título del tercer episodio de la serie, y primer capítulo centrado en el enigmático (y entrañable) calvito, precisamente uno de los dirigidos por Bender. Mientras se disponían a inmortalizar la anécdota con sus cámaras de fotos, sucedió algo “sobrenatural”: un hombre calvo en silla de ruedas pasaba por la acera de enfrente. Ahí es cuando el director supo cómo iba a ser la última temporada.

A continuación, un redactor de El confidencial le dio una vuelta de tuerca a la cuestión anterior cuando les interrogó acerca de la extensión final de la serie, si seis temporadas era lo que estaba inicialmente previsto y si al final esa extensión se les quedó corta. Obviamente, Bender es un veterano y conoce de buena fuente que con la industria televisiva nunca se sabe cuando algo va a terminar. Todos sabemos que al principio nadie daba un duro por la serie. Encima, la ABC no pasaba por un buen momento. Hasta que alcanzaron el cielo en tiempo récord con el inesperado éxito arrasador de Perdidos así como de otras fructuosas propuestas como Anatomía de Grey y Mujeres desesperadas (ambas en antena), aquella gloriosa cosecha de 2004 que dio el impulso definitivo a la edad de oro de las series en las cadenas generalistas. Por ello, estaba clara que el canal de la Disney iba a intentar prolongar su serie estrella mientras pudiese. Decía Bender que algunas ficciones pueden durar hasta la eternidad, pero que Lost no era una serie de hospitales ni nada por el estilo, y por tanto, tenía que tener un final. Ideas había muchas, así como se le podría haber dado más juego a ciertos personajes. El director bromeó acerca de un posible episodio centrado en Vincent (guasas aparte, un deseo de muchísimos losties, incluido yo mismo). Ya en serio, afirmó que se trataba de la primera vez en la historia de la televisión generalista (no así en los canales de cable) en la que los ejecutivos de una cadena dicen que sí a una petición de terminar la serie por parte del equipo creativo, petición realizada en persona por el propio Damon Lindelof hacia el final de la tercera temporada. Eso sí, le pusieron una condición: la serie podría terminar tras 48 episodios más, exactamente lo que duran los tres últimos volúmenes.

La siguiente pregunta fue para Carbonell, acerca de su experiencia y también sobre las teorías que se marcaban entre el equipo actoral. La primero, el actor, de origen hispano, con un español bastante fluido aunque él mismo diga que no, nos habló de la trayectoria de su personaje, y por tanto, de él mismo y de los suyos. Es decir, de cómo pasó de ser un actor invitado en la tercera temporada, inicialmente destinado a aparecer en un sólo capítulo (Not in Portland), a ser llamado de nuevo para aparecer en el presente de la Isla, como “consigliero de Ben” (cito textualmente), e ir incrementando progresivamente su presencia hasta el punto de convertirse en un personaje principal en la última temporada, momento en el que se mudó a Hawaii con su familia. Considera que Oahu ha sido una gran experiencia, especialmente para sus hijos. En cuanto al tema de las teorías, reconoce que les daba vueltas en su cabeza todo el tiempo, que siempre se intentaba adelantar a lo que vendría después. Pero la mayoría de las veces, siempre que recibía el guión (en sobre cerrado, por supuesto) veía que sus cábalas estaban bastante desacertadas.

Acto seguido, aprovechando el contexto, un asistente le consultó acerca de su personaje, y si estaba de acuerdo con el grado de protagonismo que acabó adquiriendo. Obviamente, tras los planes iniciales de hacer un mero cameo, le encantó esa relevancia que Richard tuvo hacia el final de la serie, y se consideró satisfecho con la resolución que le dieron y por la revelaciones acerca de sus orígenes, los de un hombre torturado por su pasado y atormentado por su cargo, el de intermediario, mercenario, de esa controvertido guardián de la Isla que es Jacob. Bender no resistió la tentación de dar rienda suelta a su genuino sentido del humor, y comentó que Carbonell es realmente inmortal y que aquellas dos canas que le vimos en The End tuvieron que crearlas artificialmente.

La última pregunta se refirió a si tenían pensadas otras posibilidades para el final, al margen del plano del ojo de Jack cerrándose, que ya ha pasado a los anales de la ficción televisiva. Bender volvió a insistir en que él no decidió el final, que las decisiones sobre la historia las tomaban Lindelof y Cuse, aunque él sugiriese algo de vez en cuando. “La TV no es como una novela: nunca sabes cuánto va a durar”. De hecho, volvió a referirse a la conversión de Ben Linues o Rihcard Alpert en personajes principales cuando inicialmente sólo se esperaba que apareciesen en unos pocos capítulos. Y ésto son sólo dos de tantos ejemplos. Pero el director, viendo el entusiamo de toda la horda de frikis hambrientos de sorpresas que copaban la sala, se mojó y dio cuenta de una de las opciones que había para la secuencia final pero que finalmente descartaron. La clave está en esos paralelismos entre L.A. X y el piloto, en lo que parecía un completo déjà vu pero con ciertas (y por supuesto, intencionadas) diferencias, para las que se preparó concienzudamente a los actores, a fin de que pusiesen toda la carne en el asador. ¿Por qué? Porque aquella conversación, en los sideways, entre Jack y Rose, cuando cesan la turbulencias, ella le dice “You can let go now”, aquello iba a ser el mismísimo final. Que Jack podía ya dejarlo ir, dejar la vida ir. Por ello el trabajo con los actores fue especialmente diferente, se les preparó para el final sin decirles en ningún momento que aquello se trataba del final. Pero finalmente la opción fue aquella otra que todos conocemos. Tras destacar la importancia trascendental del espejo en la última temporada, acabó constatando que las líneas básicas se mantuvieron tal y como se habían planteado: “El gran marco no cambió, sólo los detalles lo hicieron”.

Un excelente prolegómeno a lo que vendría después, el homenaje propiamente dicho, en el que, primero, Toni García les formuló un número seleccionado de preguntas enviadas por los fans, en las que reincidían en muchos aspectos ya comentados por la mañana, y sobre todo, destacaron la maravillosa experiencia, muy constructiva y significativa para todos, que supuso la vida en Hawaii, en un paraíso exclusivo, y el formar parte de una serie que ha hecho historia. A continuación, el regalo más esperado, ese especial Dejándoles ir: reflexiones sobre un viaje de seis años, en la que la el propio Bender, Lindelof, Cuse y una buena parte del elenco principal nos relataban esa increíble vivencia, tanto personal como artística, que jamás habrían imaginado antes. Se echaba de menos a Terry O'Quinn o Josh Holloway, sin duda los actores más carismáticos, pero en esos cuarenta y pocos minutos tuvimos la oportunidad de ver confesiones realmente emotivas, acompañadas de la música del mejor, Michael Giacchino. Y vimos también la faceta pictórica de Bender, completamente acorde con su carácter. Eso sí, no esperéis finales alternativos, confirmación de teorías o explicaciones a mayores. Es la crónica de un viaje, de un grupo de humanos que han trabajado codo con codo durante la friolera de seis años. Un viaje que ya ha terminado, pero cuyo recuerdo permanecerá siempre, en ellos y en todos nosotros.

3 comentarios en «II FESTIVAL DE SERIES DE MADRID: Homenaje a ‘PERDIDOS’ (LOST) – Coloquio con JACK BENDER y NESTOR CARBONELL»

  1. A mí, particularmente, no es que no me gustara el final de "Perdidos", es que me decepcionó la 6ª temporada entera, de la que salvo 3 capítulos, uno de ellos el protagonizado precisamente por el personaje de Richard Alpert. La sensación general que dejó la conclusión de la serie con tantos cabos sueltos es la de haber sufrido, todos los fans, una nueva técnica de márquetin que aboga por la introducción de constantes misterios que luego no tengan por qué explicarse, para así añadir emoción y adicción. Y eso no es más que un guión tramposo. Y ojo, digo esto reconociendo la gran calidad de las 5 primeras temporadas antes de convertirse la producción en un negocio y una tomadura de pelo.

    1. Negocio fue siempre, desde el mismo momento en el que vieron que la serie funcionaba. De hecho, iban improvisando "sobre la marcha" muchas de las tramas y giros. Eso sí, hasta la mitad de la 5º temporada fueron solventando bien la papeleta. Pero cuando pusieron a girar absolutamento todo en torno a Jacob y el otro, ya la terminaron de fastidiar. Esa salida por la tangente fue demasiado, luego ya no fueron capaces de remontar el vuelo.

  2. Completamente de acuerdo contigo. Yo tuve la misma sensación, la trama perdió crédito con la aparición de Jacob y el hombre de negro cuyo nombre nunca se aclara. Un saludo.

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