THE COVE (2009) de Louie Psihoyos

UN INTELIGENTE Y CALIBRADO THRILLER DOCUMENTAL

Probablemente, el principal motivo del rotundo éxito de The cove, ganadora del Oscar al mejor documental en 2009 y multipremiada en festivales como Sundance o Toronto, es el acertado modo en que su director, el ex fotógrafo de National Geographic Louie Psihoyos, logra implicar al espectador con cada una de tres tramas paralelas y convergentes en que se estructura esta inteligente y calibrada cinta.
Este documental comienza como una historia de arrepentimiento, perdón y redención. Durante los años sesenta Ric O'Barry gozó de gran popularidad en los Estados Unidos como el entrenador de los delfines de la célebre serie televisiva Flipper. Sin embargo, cuando uno de estos delfines, que él mismo había capturado y adiestrado, se suicidó (según sus palabras) en sus propios brazos, O’Barry se convirtió en un vehemente activista en contra de la cautividad de estos cetáceos. Desde entonces, lucha afanosamente contra aquello que él mismo contribuyó a promover.
Por otra parte, The cove es un inclemente alegato contra la caza de cetáceos, una práctica ya sólo permitida en Noruega, Islandia y Japón. Una pequeña e impenetrable cala al sur del país nipón es el escenario del espeluznante eje central del film, la denuncia de la sistemática, indiscriminada y encubierta captura y matanza de delfines en la localidad de Taiji, en la prefectura de Wakayama.
Sin embargo, a pesar de la contundencia del discurso ecologista, la componente más impresionante de este film es el espectacular (en todas las acepciones de este término) despliegue de medios tecnológicos y humanos que Louie Psihoyos (protagonista activo de su propio documental) y su equipo efectúan con el objetivo de filmar el exterminio de delfines en la inaccesible cala nipona.
Psihoyos ilustra, con un cierto voluntarismo sensacionalista y thrilleriano (no en vano, bromea con la comparación entre su equipo y el de Ocean’s eleven), la formación del heterogéneo grupo de especialistas encargado de ejecutar la misión, entre los que se incluyen el propio O'Barry y expertos en submarinismo, logística y tecnología audiovisual.
Resulta admirable, no obstante, la inalterable determinación del grupo por documentar las atrocidades cometidas en aquella cala (aún a riesgo de enfrentarse un proceso penal), que les lleva a instalar un complejo dispositivo de cámaras ocultas en falsas rocas de cartón-piedras y micrófonos subacuáticos con los que obtener pruebas irrefutables de la carnicería que las autoridades locales se empeña ocultar.


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