LA HUELGA – Stachka (1924) de Sergei Eisenstein

EL CINE COMO ALECCIONADOR
DE MULTITUDES
Maximiliano Curcio
El primer film de Sergei Eisenstein ya comenzaría a situarlo como un director a tener en cuenta, como una personalidad de relevancia y un factor importante a la hora de referencias fílmicas. Los motivos son muchos, pero su técnica de montaje no convencional para la época, su tratado para nada convencional sobre montaje intelectual y su contraposición al cine-ojo (Kino-Glaz) que un coterráneo y colega suyo propusiera -Dziga Vertov-, lo situaron un escalón por encima y un adelantado del movimiento ruso y a la vez como padre de la escuela cinematográfica de tal latitud. Eisenstein, con experiencia en el lenguaje teatral y expresiones artísticas de origen oriental, forja un nuevo estilo de montaje a partir de la fusión del montaje intelectual con su ideología política, oficialista de acuerdo al ritmo político que por entonces tuviera su Rusia.


Es reconocida la oscilación política de Eisenstein, así como también su concepción del cine y de su labor como director a lo largo de su obra, por eso vemos un cineasta evolucionado que aquí en su ópera prima comenzaba a trabajar elementos que perfeccionaría más adelante como. Es destacable su extraordinario poder visual, adoptando ciertos procedimientos comunes a la vanguardia soviética como propios. En este caso aprovecha el contexto político para sentar una propaganda política leninista relatando el levantamiento de los obreros de una fábrica cansados del maltrato y la opresión y la consecuente represalia sangrienta de sus jefes. Un motín de la clase trabajadora que habla de la intolerancia, de los derechos, de la libertad y de la dignidad.
Eisenstein esboza lo que luego profundizaría en sus dos grandes obras posteriores Octubre y sobre todo en El Acorazado Potemkin: la estructura constructivista con una estética que juega con simbolismos en contrastes, conflictos sociales y contradicciones visuales, siendo de esto ultimo un ejemplo valido la represión del proletariado con la brutal matanza en el matadero, con lo cual se evidencia a la máxima potencia la concepción del montaje intelectual de Eisenstein. El autor deja librado al público el pensamiento y la reflexión sobre la duda que ya sembró con inteligencia: el cine puño es un golpe directo al inconsciente colectivo testigo de esta revolución épica en manos del proletariado, todo un manifiesto marxista. No existen heroes individuales, para Eisenstein no hay representación más heroica que el pueblo levantándose.

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