LADRÓN DE BICICLETAS / LADRONES DE BICICLETAS – Ladri di biciclette (1948) de Vittorio de Sica

LAS IMÁGENES DEL DESARRAIGO
Maximiliano Curcio
En el cine, la transformación que lleva una tendencia hacia el realismo que surge a comienzos de los '40, es una evolución que esta determinada por el nacimiento del Neorrealismo Italiano. Esta corriente vanguardista fue un movimiento al que la crítica cinematográfica emergente de aquellos años -liderada por la corriente cahierista pionera de Andre Bazin- le dedico un estudio analítico de gran relevancia. Es un movimiento de breve duración, pero de gran impacto que incluyo a directores como Roberto Rossellini con películas como Roma, Ciudad Abierta o Luchino Visconti con La Tierra Tiembla. También, posteriormente a su desaparición, las comedias de Pier Paolo Pasolini o Federico Fellini tomarían como ingredientes variados elementos de este neorrealismo que influyo estética y narrativamente a las nuevas olas de los '60 en el cine de autor.

Como movimiento surge en Italia durante la segunda posguerra y eso se refleja en los films: Pobreza, escombros, gente hambrienta y desidia son retazos de la barbarie de la guerra, que aun en cada esquina da coletazos habiendo ya llegado a su fin. Este es el primer movimiento fuerte de cine con implicancia social, cercano a la realidad del momento y por esto tiene un aspecto de registro documental que marca su estética de forma determinante. Los neorrealistas van a tener la intención de representar ese momento y también el mismo será una limitación dadas las condiciones de producción, puesto que por su precariedad estas no permitían no había lugar físico donde filmar ni había dinero para hacerlo.
El film en cuestión es el más paradigmático de una vanguardia homogénea visual y narrativamente. Los neorrealistas son films centrados en temáticas cotidianas, con escenarios naturales, actores no profesionales y problemáticas sociales como la miseria. Modelan a estos films un estilo que como forma cinematográfica construyen la estructura narrativa a manera de encontrar una forma novedosa para contar una historia simple. De Sica utiliza una puesta en escena minimalista, donde la cámara parece limitarse a solo registrar los acontecimientos respetando la ambigüedad propia de lo real. Una película de estructura narrativa clásica melodramática, aunque lejos del naturalismo hollywodense y con mucho de espíritu vanguardista, Ladrones de Bicicletas utilizará como recursos paradigmáticos, la gramática de planos más reconocible al cine de denuncia social apelando a la complicidad y la emotividad del espectador.

En Ladrón de Bicicletas se evidencia el nacimiento de un movimiento independiente donde los realizadores de este estilo buscaban dar cuenta de lo que pasaba en Italia en ese momento con la mayor realidad posible, filmando en la calle y seleccionando para las historias conflictos del hombre común de ese entonces, en un intento casi documentalista de mostrar al mundo a un pueblo italiano sufrido por la guerra y sus consecuencias. Así se vislumbra el paño social que muestra De Sica en este film, donde en los rincones de Roma se palpa de manera sensible la debacle de aquellos tiempos. Uno de los pilares del neorrealismo que, curiosamente, provenía de terrenos cinematográficos opuestos este movimiento en tiempos de Mussolini y pese a sus influencias pasadas ha caracterizado especialmente dos films claves de este periodo, como Ladrón De Bicicletas y Umberto D, ambos con guión de Cesare Zavattini, otra figura preponderante de la vanguardia.
Como era costumbre en la vanguardia, De Sica filma los acontecimientos sin trastocarlos o subrayarlos explícitamente. La cámara parece limitarse a mostrarnos el mundo con una planificación que busca restaurar esta sensación concientemente en el espectador de no restaurar un sentido único o un significado unilateral, propia de la percepción de la realidad y dejando un margen de libertad para que el espectador saque sus conclusiones sobre las necesidades de este hijo y sobre los deberes morales de este padre. Provoca una sensación de neutralidad y objetividad al retratar una de las historias más bellas y conmovedoras que se hayan filmado sobre la singular relación entre un padre y un hijo. En este sentido Ladrón de Bicicletas es lo opuesto a un cine de tesis -el mas claro ejemplo, el cine marxista de Sergei Eisenstein-, que manipula los hechos y las acciones de los personajes para demostrarnos algo, sino que De Sica elige respetar esa ambigüedad, y el carácter de acontecimientos, sin manipular los hechos para validarse a si mismo. Seres anónimos y carentes serán los protagonistas de esta auténtica historia sencilla.

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