DE LA ACELERACIÓN A LA AMPLIACIÓN – Vuelve ‘FLASHFORWARD’



DE LA ACELERACIÓN

A LA AMPLIACIÓN


Julio C. Piñeiro



Tras muchas ocasiones considerando la idea de inaugurar la sección de series de TV, por fin nos hemos decidido a arrancar. No ha sido el final de la (decadente y casi denigrante) cuarta temporada de Heroes, que, contra todo pronóstico, dará paso a una (innecesaria y probablemente patética) quinta (y esperemos que última). Tampoco ha sido la ansiada última temporada de Perdidos, serie de culto definitiva para muchos y producto facilón, engañabobos y demasiado alargado para muchos otros.

Se trata del regreso de FlashForward, la gran apuesta de la ABC precisamente para competir mientras no llegase la temporada final de Perdidos, y que incluso se señalaba como la sucesora de ésta. Pero su problema fue la gran velocidad con la que hicieron avanzar la trama en sus primeros capítulos, unido a un considerable resentimiento de la respuesta de la audiencia. Así, so vieran obligados a parar la serie, en pleno ecuador de su primera temporada, como medida urgente para evitar el agotamiento de la fórmula y una rápida cancelación. Por tanto, la segunda parte de la 1º temporada tendrá que convivir con los (exitosos) últimos compases de la isla más famosa de la ficción televisiva.



Tras dos capítulos (el primero de ellos doble), se ve que han tomado nota y han corregido ciertos errores (o vicios) con los que perdían puntos. Especialmente en el abuso de ciertas licencias que la naturaleza de su propia ficción permitía hasta cierto punto, es decir, el montaje desordenado y descompensado con el que en algunos capítulos se intentaba deslealmente atrapar al espectador de principio a fin. No han vuelto a repetir ese truco, que pese a conservar cierto paralelismo con el desarrollo general de la trama, resulta incluso gratuito y chapucero. Aunque siguen cayendo, como la mayoría de las series de este tipo, en vicios comunes, como son las situaciones de acción predecibles o la resolución pueril de ciertos lances.





Otra novedad es la mayor presencia e importancia de la alteración temporal opuesta a la que da nombre a la serie, abriendo las tramas hacia el pasado, tanto de la intriga criminal como de los dramas personales, revelando información que modifica nuestras ideas sobre los hechos, cerrando lagunas y creando otras nuevas. Es una manera hábil e interesante de darle juego al desarrollo de la trama ante la inminencia de las situaciones que cada uno vio el día del desmayo global, cuyo irremediable cumplimiento o no sigue siendo el enigma central de la serie y, por su bien, se debe mantener así hasta el final.



Algo que también da juego pero al mismo tiempo puede ser una desventaja, sobre todo a la hora de alimentar el misterio, es lo pronto que han revelado la figura controladora tan recurrente (o incluso omnipresente) en este género tan prolífico en la ficción catódica de los últimos años, el serial de acción, intriga y misterio. Hablo, como no, de la existencia de una compañía poderosa y malvada que mueve los hilos de todos los acontecimientos. Aunque en este caso la han dibujado de una manera difusa y dispersa, con una naturaleza, unas conexiones y un alcance poco concretos y determinados hasta el momento. Y en esto tienen una baza a favor.

Por otra parte, la subtrama de Tracy, la hija de Aaron, pasa de la anécdota al primer plano, y parece tomar una senda paralela al resto de acontecimientos, sin tener, a botepronto, ninguna conexión con las causas y consecuencias del desmayo. La medida en que se vaya revelando esta conexión y su trascendencia en el ‘mosaico’ será el tercer gran pilar en que se sustente la intriga.





Asimismo, habrá que prestar atención a la evolución de los conflictos de cada personaje en relación con lo que vieron en esos 2 minutos y 17 segundos del 6 de octubre de 2009. La que más y la que menos funcionan como complemento y respiro a la intriga criminal, con respecto a la que, en un principio, se desarrollan de manera independiente. A la vez que resultan totalmente necesarios para dotar de empatía y contenido emocional a la serie: únicamente con el suspense no basta (¿qué sería de Expediente X sin la tensión sexual latente entre Mulder y Scully, o Perdidos sin el triángulo Jack-Kate-Sawyer?).



El mosaico se irá completando poco a poco y el tablero en la visión de Mark Benford irá tomando sentido. En este punto, los guionistas (y productores) no deben rizar el rizo creando lagunas y subtramas que compliquen hasta la extenuación la resolución final. La serie tiene que moderar su aceleración para no ser efímera, pero mucho cuidado con una ampliación excesiva de la trama, que puede llevar al alargamiento infinito y al laberinto sin salida, una trampa en la que han caído bastantes series y de la que ninguna, ninguna ha salido bien parada. El tiempo dictará sentencia.


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